Se hallaba meditando sobre qué debería hacer con su vida, sobre cómo estaba manejando toda esa situación con Kyle y su repentina aparición de vuelta en su vida. Lo cierto era que tanto tiempo en el manicomio le había servido a Gaelle para pensar una y otra y otra vez. Y cuando llegó a creer que era algo así como una pseudofilósofa contemporánea, volvía a plantearse cuestiones del pasado sobre qué carajos pasaba por su cabeza cuando era aquella niña estúpida que hacía cosas por y para Kyle.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que Kyle había salido del camarote para asuntos que no le incumbían a ella. Sabía que era alguna hora de la madrugada y que resultaba incluso sospechoso que saliera a esa hora, pero la verdad era que Kyle bien podría haber orientado para otro lado su sexualidad e ir a besarse con algún tripulante a escondidas a esa hora y eso a ella le tenía sin cuidado.
Pero cada vez que Kyle se alejaba...
En esos momentos sintió algo así como un nudo en la garganta, y ella prefirió decir que era un nudo porque la mejor expresión que se le podía ocurrir respecto a lo que sentía era, más bien, una piedra; se había endurecido tanto su manera de ser, de pensar, de interactuar con la humanidad, que se había rehusado a seguir llorando. Era irónico porque, un vez que Kyle la había lastimado (una de las tantas veces), ella llegó a creer que no existía cantidad mensurable o límite de lágrimas que no lloraría por él. Pobre estúpida.
Una y otra vez se reprendía por sentirse cómo se sentía: no queriendo que se alejara el maldito pero a la vez no queriéndolo cerca. Claro, había que abrir un paréntesis para aclarar que, de alguna manera, a Gaelle le tenía sin cuidado lo que decidiera hacer Eden. ¿Por qué? Era simple: Kyle ya no podía hacerla perder. No podía lastimarla más de lo que ya lo había hecho. No habían más palabras que él pudiera decirle que atentaran contra las emociones de ella.
O eso creía.
Pero lo que sí le interesaba era su presencia; no era que estar cerca de él le brindara paz, pero ¿qué no había un dicho que rezaba que al enemigo había que mantenerlo más cerca que al amigo? O algo así quería hacerse creer a sí misma que ocurría, porque cada vez que Kyle se apartaba (incluso sabiendo ella que se encontraban en el mismo barco) empezaba a experimentar una frustración que desembocaba en una sensación más fuerte a la que ella no quería ponerle nombre.
Casi se sentía como si él volviera a abandonarla. Otra vez.Cuando sintió que habían transcurrido ya horas, se levantó del catre y, descalza, salió del camarote. Llegó a cubierta para encontrarse con una brisa mañanera y a la vista varios hombres que realizaban múltiples tareas. También Kyle estaba ahí laborando, vistiendo un ridículo uniforme que lo hacía parecer parte de los marinos.
Pero Gaelle no detuvo ahí sus ojos, sino que al mirar al horizonte detuvo su mirada en la silueta de un faro que se veía a la distancia, anunciando que no se encontraban lejos de tierra. Se permitió sentir algo de tranquilidad por ello, porque cada vez estaba un poco más cerca de su madre y sus hermanos; estaba impaciente por saber si estarían bien. También, por más que sintiera la necesidad de la presencia de Kyle, planeaba cortar de tajo cualquier cosa que tuviera que ven con él a penas pisando tierra firme.El sol no terminaba de asomarse cuando Russ mandó llamar a Eden y a Paige a donde él se encontraba.
Gaelle llegó primero y pasos detrás de ella iba Kyle. Cuando entraron a la sala de control (lugar en donde sólo Kyle había estado y ella no), se plantó un silencio, el cual aprovechó la chica para pasear sus ojos por la habitación. No había mucho en qué entretenerse, solo un retrato en donde aparecían personas normales.
Gaelle caminó a paso lento por la habitación, fingiendo prestar atención a alguna cosa en la pared o el techo, mientras esperaba a que cualquiera hablara. Se giró hacia Russell en el momento en que lo escuchó verter algo líquido.
Le hizo un gesto a ella, ofreciéndole un trago de ron, pero Gaelle se limitó a ignorarlo y mirar hacia otra parte. Kyle tampoco aceptó.
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Forgive-him-not
AléatoireEra increíble el vértigo que se sentía cada vez que surcabas los cielos. Como si fueras inmortal. La sensación de que no importaba cuán alto volaras porque ahí abajo habría alguien que te atraparía. Pero todo lo que sube tiene que bajar, y es ahí...