Introducción

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El club de Flyer Derby


La publicación del equipo “Entrañas Esmeralda” sube en likes y compartidos, con comentarios felicitándoles, otros interesados por el deporte, y algunos admirando la apariencia de sus integrantes. Otro día más en el cual Hexside, escuela de Magia y Demonios, es puesta bajo el radar del ojo público.

En su cama descansa un chico demonio, de cabello rojizo y cuernos arbóreos, quien revisa su pergamino, en especial aquella foto en cuestión. Guarda aquella publicación y deja el dispositivo a un lado, aún en el colchón. Preguntaría por ello una vez en la escuela, volviendo luego de unas cuantas semanas de reposo. Su cuerpo finalmente se vuelve a sentir bien, por lo menos puede levantarse sin sentir su vista irse a negro, o su dedos entumecidos hasta los nudillos.

La idea de unirse le hace sonreír ante la expectativa, luego de haber tenido prohibida la entrada al equipo de Grudgby. Temas de salud, como siempre.

Aunque antes debe prepararse. Luego de una rápida ducha tibia para el dolor, el colocarse las medias y camisilla de la clase de Construcción, se coloca alrededor del cuerpo un corsé que ocupa su abdomen, sin una figura a resaltar. Puede sentir la estructura de la prenda al tiempo que lo cierra alrededor de su cuerpo; hecho a la medida, pensado para evitar dolores y servir de soporte para su cuerpo.

Se mira en el espejo del baño; su rostro cansado, incluso habiendo estado descansando por unas semanas; sus brazos más delgados del habitual tonificado cuerpo que tenía; los mechones desordenados de su cabello son un desastre con el cual decide no pelear. Suspira algo insatisfecho antes de buscar una de las pociones en los cajones del cuarto, hasta sacar uno de los tantos pequeños frascos de vidrio, rellenos con un menjunje de apariencia azulada.

Bebe con prisa, tratando de ignorar el ácido sabor, pero sintiéndose aliviado al notar la energía presentarse en su cuerpo. Eso evitará el dolor por el esfuerzo mínimo.

Vuelve hasta su habitación, un pequeño cuarto con una cama en el suelo. Los cuadernos y libros yacen tirados por todos lados, incluso con una pila balanceándose en la cornisa de la ventana. Un sitio lúgubre para poder descansar en caso de migrañas. Se coloca la oscura túnica de Hexside, y las botas de trabajo que prefiere para sus clases pesadas. Se pone el bolso al hombro y toma el bastón de su paliamigo, que descansa en una esquina del cuarto.

Pero en la vara no se encuentra la criatura de madera.

—¿Ya empezamos, Ericko? —su rasposa voz pregunta al aire.

Suele jugar para animarlo. Pero llegar tarde, luego de faltar tanto, no se le hace una idea apetecible. Así que dibuja un círculo mágico con su dedo índice. Las patas de la cama se alzan hasta golpear el colchón contra el techo, debajo un pequeño oso hormiguero saluda con sus dos pequeños brazos.

El chico golpea su bastón contra el suelo, al cual la criatura salta encima, para descansar en su forma inanimada.

Camina por el pasillo fuera de su cuarto, hasta llegar al comedor. Una de sus madres prepara la comida con la ayuda de su propio taliamigo, un castor, mientras que la otra mujer, quien lo engendró, lee un pesado libro en la mesa. Él se sienta al lado de esta última.

—¿Emocionado, Alistair? —le pregunta la estudiosa, con una voz similar a la suya, aunque más suave.

Sus ojos negros como la noche, con un iris de un vibrante color similar a una estrella. Y su rostro delgado de afilados ángulos le observa, pero con una sonrisa tan dulce que se asoma por encima de las páginas.

El chico agita los brazos con la mirada brillante de la emoción, ya no puede ocultarlo.

—¡Mucho! —dice aún con su bastón en mano.

—¿Llevas todo?

—¡Sí!

Pero una de las finas cejas de su madre se alza en duda.

—¿Lentes?

Estaba a punto de responder, cuando ella dibuja un pequeño círculo en el aire. De la nada su vista mejora de forma considerable, un par de anteojos redondos descansando contra el puente de su recta nariz.

—¡¿Listo?! —pregunta su hijo con una risilla nerviosa.

—¿Analgésicos? —continúa ella.

—Los tengo, también dulces en caso de fatiga, y certificado de aflicción mágica.

—Perfecto.

Luego de haber tenido todo preparado, la bruja del hogar les lleva la comida con los platos por sobre la altura de su cabeza, los brazos flexionados a consciencia para mostrar sus trabajados músculos. Su hijo la observa con admiración, mientras que su esposa oculta una sonrisa coqueta detrás de su libro.

Su madre adoptiva es una gran mujer de una contextura trabajada, con un rizado cabello negro y una piel bronceada. Una obrera del aquelarre de construcción, aficionada por las técnicas rudimentarias y la fina decoración.

La pequeña familia desayuna en especulaciones sobre el día de cada uno; la bruja trabajando en reparaciones en Huesosburgo, luego de algún actuar de La Dama Búho; la demonio investigando para el emperador, aprovechando de aprender sobre la condición de su familia; y el joven Alistair emocionado por poder salir de la casa.

La primera en terminar es la bruja, quien besa a los dos en la frente, abrazándoles con un cuidado especial, como temiendo el que pudiese romperlos.

Los dos demonios salen del hogar casi media hora después, su madre cerrando con magia la puerta.

—Recuerda ir con cuidado, y nada de esforzarte demasiado. —le apunta con su delgado dedo índice.

Sus ojos penetran los suyos, la mirada fulminante en su entrecejo fruncido.

—Sí mami, descuida. —responde nervioso, sonriendo para tratar de calmarla.

—Muy bien. Te amo, mi pequeño diablillo. —le planta un beso entre los cuernos.

La mujer camina hacia la calle transitada de aquel barrio de clase media. Perdiéndose pronto entre los negocios y transeúntes, su cabellera rojiza siendo lo último que Alistair puede reconocer.

El chico sonríe de forma maliciosa. Suelta su bastón, el cual se detiene levitando unos centímetros sobre el suelo. Sube de un salto sobre este, probando su equilibrio luego de semanas sin práctica, sin embargo, la seguridad no era una de sus mayores prioridades.

Emprende vuelo con una velocidad vertiginosa, esquivando con bruscos giros a las personas en su camino. La dirección está en sus caderas, mientras que sus brazos y torso mantienen su equilibrio en aquel viaje.

Se acerca sin dudar al muro que marca el final de la calle, con un negocio de un pequeño demonio vendiendo huesos de pequeñas criaturas. Alistair se agacha hasta poder sostenerse también con otra mano, riendo con la creciente adrenalina en su cuerpo.

El hombre grita al ver a un joven volando a toda velocidad hasta su puesto, ya tiene suficiente con la humana rondando por las Islas Ardientes.

Pero el chico asciende en un giro de noventa grados, alejándose del suelo sin perder su velocidad.

Ya lejos de los techos, el joven suelta su taliamigo. Cae tan solo unos pocos metros, hasta que aquel bastón vuela en un amplio arco para alcanzar, de nuevo, su mano. Se sostiene con un solo brazo, lágrimas de euforia cayendo por su rostro.

"Soy libre… soy libre" Es lo único que consigue pensar, aullando de alegría.

Queda colgando en mitad del aire, observando los árboles y casas de la ciudad. A la lejanía ve la imponente fachada de su escuela.

Se sienta en el bastón, volando calmado hacia su objetivo...

Hexside, pero aún más importante para él; el club de Flyer Derby.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora