Capítulo 4

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Mal día


Hay días mejores que otros, como también los están peores. Hoy es una terrible mañana para Alistair; ignorando la discusión con su madre el día anterior, en la cual, incluso, la mujer terminó desmayándose; pero ahora los síntomas se mantienen presentes al máximo. Su cuerpo entero se siente entumido; su visión es imposible de enfocar; respirar hondo le duele; y el dolor en el abdomen le mantiene al borde de las arcadas.

En la silla del comedor espera él, sentado encorvado, con una frazada sobre loas hombros y abrazando una bolsa de agua caliente. Ericko descansa entre sus cuernos, acariciando su cabeza y usando magia para calmar su dolor.

La comida le espera delante suyo, al igual que su madre bruja, Kara Bulok.

—Voy a llevarte a la escuela, ¿quieres ir, cierto? —pregunta con tacto.

Su voz es grave y firme, aún así dulce.

—Sí, quiero ver al equipo.

—Me gusta verte participar en tus pasiones, pero esto —apunta al cuerno faltante—… no puede volver a pasar.

—Yo no quería que pasara —él se deja caer enfurruñado en la silla—, me metí en una pelea estúpida.

La mujer le mira sorprendida, aunque luego algo enojada.

—¿Con quién? —la voz firme al preguntar.

—Hunter, es el chico al cual voy a reemplazar en su ausencia.

—¿Por qué pelearon? —la bruja sigue interrogando.

El chico se lleva ambas manos al rostro, gruñendo harto de recordar su propia inmadurez.

—¿Demasiada pasión por el juego? —responde con sarcasmo.

—Mi niño —le llama con dulzura—… debes tener cuidado.

—No soy frágil —trata de convencerla, y convencerse—, yo puedo ser como cualquier otro.

La mujer le mira compasiva, suspirando dolida al no saber qué hacer; no puede arreglarlo al instante, tampoco sabe cuál es la respuesta correcta en esta situación.

—Al, ya hemos hablando de…

—Sí, sí… no soy como cualquier otro —escupe con rencor—, los demás no pueden morirse por usar mucha magia o moverse en el día a día.

Casi era un castigo personal el decirlo.

—Es una forma de ponerlo, pero incluso las cosas más frágiles tienen formas de ser trabajadas —¿es que todos en ese aquelarre usan las mismas metáforas?—, y, si quieres hacer esto, debes encontrar el modo de hacerlo funcionar.

Él no responde al notar que, con su enojo, sólo terminaría diciendo alguna estupidez de la cual se arrepentiría. Una cosa complicada es pasar por la adolescencia, sumarle esos problemas no le jugaba a favor.

Pero, casi como siempre le sucede, la rabia se fue convirtiendo en una profunda pena, una que aprieta su corazón.

—¿Por qué mami es así?

—Eres su diablillo, su único y último —deja su mano en la mesa, Alistair la sostiene para calmarse—. Cuando naciste ella casi muere, y lo único que deseaba es que tú vieses este mundo que tanto ama; no estaba preocupada por irse, le aterró ver que presentabas sus mismos síntomas al nacer.

Eso le hace sentir peor; su vida es un milagro, al igual que pudiese estar junto a su madre cada día. Se considera egoísta por momentos, incluso cuando él no puede controlar las emociones y adrenalina que siente en sus hobbies favoritos. No puede cambiar, no quiere ser miserable para simplemente vivir, continuar sin disfrutar siquiera el camino.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora