Capítulo 11.2

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"Lo intento..."


Hunter leía en una esquina del sótano, con una vieja linterna en la mano, hojeando el libro en su regazo. La historia de las brujas en Gravesfield podría darle algún indicio de cómo es que la puerta fue creada, aunque sea detrás de todos los extraños términos que los humanos usaban para hablar de su... ¿gente? Aún se siente confundido con el lugar que ocupa en las Islas. Pero ahora sí que está viendo algo desconocido, historias sobre mujeres, y cantidad contada de hombres, colgados en plazas públicas. ¿Qué demonios son las colonias?, ¿de dónde surge la aquel tan referido Diablo? Estaba confundido frente a tantos conceptos humanos.

Deja el libro de lado por un momento, apoyando la cabeza contra la pared. Un mechón cae sobre su rostro, así que lo sopla lejos de su vista. Su noche no iba bien, le sigue costando dormir.

Observa a las dos figuras durmientes en el centro del sótano, Gus en el sillón, dándole la espalda; mientras Alistair duerme en posición fetal, sosteniéndose el abdomen. Le sorprende que pueda dormir a través del dolor, se le nota en la forma que tiene de fruncir el ceño. Otro quejido del demonio, por eso decide darse un respiro en el baño, antes de sentirse ahogado.

Sube las escaleras con cuidado, una habilidad que ya no necesita, pero resulta útil. Avanza por los pasillos hasta el baño, aún con el libro en mano, sin saber qué iba a hacer al llegar. Se detiene frente al espejo, todavía en la penumbra de la noche, fijándose en los detalles de su rostro. A pesar de todo, sigue siendo él mismo, pero las pequeñas diferencias valen la pena; ojeras menos marcadas y la ausencia de sus gestos nerviosos.

Enciende la luz, apreciando de cerca.

Mira la portada del libro de historia en sus manos. Pero al alzar la mirada su corazón da un vuelco, intenta huir de la imagen que le observa desde el cristal, pero tropieza contra el retrete e intenta afirmarse de cualquier cosa a su alcance. La cosas caen y golpean el suelo, mientras él se lleva una mano al pecho, sus ojos bien abiertos, pero perdidos en el techo, aterrado de bajar la mirada al espejo.

No sabe si Belos seguirá esperándole al levantarse, por eso abre la puerta en la que se encuentra ubicado el espejo, observando todos los objetos guardados en el mueble de pared. Ahí ve, entre otras cosas, un par de tijeras, eso podrá cortar aquella similitud, después de todo, Hunter fue creado bajo la imagen de alguien.

No lo piensa al hacerlo, tampoco sabe cómo podría arreglarlo, pero va tomando mechones sin sentido ni orden, cortando a distancias desiguales. Al principio no duda, pero, si bien la imagen del espejo se va alejando de aquel hombre, ahora también se siente ridículo al verse. No tendrá el mejor estilo, pero sabe que no está haciendo un buen trabajo.

-¿Hunter? -llama Willow.

Él voltea la cabeza, tijeras aún en mano. Similar a un venado que fue atrapado por los focos de un automóvil, tieso y aterrado.

-Yo... no me...

¿Cómo podría siquiera explicarlo? Duda incluso que alguien pudiese entenderlo, quizás Luz lo haría, pero no puede contarle a nadie lo que ambos saben sobre el otro. Así que se sienta sobre la tapa del inodoro.

-Necesito ayuda. -dice Hunter, avergonzado.

La bruja sonríe compasiva, tomando las tijeras de sus manos, con cuidado. Él se queda sentado, con los codos apoyados en sus muslos, observando sus manos al jugar con sus dedos. No hablan mucho mientras Willow trabaja, aunque ella ríe por lo bajo, le recuerda a las clases de podado manual en el curso de Plantas. Ella no es la mejor para dar un corte profesional, menos arreglar lo que ya había hecho Hunter, pero su intento es bueno al final.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora