Capítulo 5.2

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"Dos cerebros, ambos Noceda"


Habían reparado la entrada de la casa abandonada en el bosque, lugar en el que la vida de Luz en las Islas había comenzado. Muebles limpios y la habitación limpia, incluso si aún pueden oír a las zarigüeyas que se mueven entre las paredes. Ese es su pequeño refugio lejos del hogar Noceda y el mundo humano, un pequeño santuario demoníaco. Así tenían un tablón con sus planificaciones y, para la mayoría, dibujos con sus seres queridos, motivándoles a continuar.

Luz se encuentra tumbada en el sillón, con una libreta y lápiz en mano, tratando de descifrar las funciones de cada material usado en la puerta. La sangre para acceder a magia que pudiese abrir una grieta entre dimensiones; energía para poder alimentar la reacción, en la Casa Búho usaron energía cinética, una fácil de obtener; además, necesita un umbral para contener el portal que se fuese a abrir.

La chica deja caer la cabeza contra el reposabrazos, gruñendo ante la imposibilidad de su plan.

—¿Alguna idea nueva? —pregunta Hunter, sentado en el suelo, rodeado por papeles sueltos.

Él también trata de llenar los espacios vacíos en la fórmula.

—No tenemos sangre de titán, eso nos retrasa por mucho —Luz alza la mirada al tablón en la pared, observando los dibujos de sus amigos—, pero tenemos poderosas brujas de nuestro lado.

—Los demonios y brujas vienen de El Titán, quizás podamos sacar un porcentaje pequeño de ese poder —comenta Hunter, haciendo anotaciones—. ¿Crees que podamos crear un hechizo para hacerlo?

La humana se golpea el mentón con un extremo del lápiz, buscando una manera de dar con la solución en los glifos, para poder traducirla hacia los métodos habituales de las brujas modernas. Pero es difícil, cada símbolo debe ser combinado con precisión y sentido, mientras que los conjuros son intuitivos.

Vuelve a suspirar, tapándose la cara con el cuaderno.

—No lo sé —aunque una idea toma forma en su cabeza—. Puede que la luna de la Tierra sea similar a la de las Islas, entonces podríamos aprovechar la luz del plenilunio.

—Amplificarla con un ritual, ya veo.

—Aún así tendremos que hacer un mensaje para que la magia lo siga—le recuerda Luz, aún sin respuesta—, tengo recuerdos de… de Belos —ambos fruncen el ceño—, quizás sirva.

—¿Podrá llegar hasta las Islas?

Son dudas que son necesarias, pero no las hacen menos desesperanzadoras. Tienen que hacerlo bien, porque sufren el riesgo de quedarse atrapados en… en cualquier parte que no sean ambos mundos.

Luz trata de pensar, recordando referencias a la sangre de El Titán y calculando su poder. No se compara con nada en las Islas, tampoco es algo que una bruja, en condiciones normales, pueda compararse. No ayuda la sensación de culpa, al sentirse incapaz de hacerlo todo por su cuenta, después de todo, se dice que todo lo sucedido es culpa suya. Pero no puede hacerlo sin ellos, ella ya no tiene acceso a la magia.

—No lo sé, pero tendremos que intentarlo —dice cansada, tomando su libreta y lápiz—. Entre más energía, mejor —comienza a anotar una lista de materiales—; hay algunas fuentes humanas que podríamos usar.

—¿Alguna idea cuánto se necesitaría?

No lo sabe, quizás ninguno de sus conocidos pueda descubrirlo, así que no tienen muchas opciones.

—Toda la posible.

Los dos continúan, compartiendo sus recuerdos de libros y lecciones recibidas en el reino de los demonios. Recuerdan capítulos completos, clases enteras sobre El Titán, y buscan cosas similares que puedan conseguir, gracias a los conocimientos de Luz sobre el mundo humano. Llegan hasta distintas posibilidades, cosas que tendrán que probar y buscar, algo que podría tomarles meses hasta dar con un mínimo de avance práctico.

Se olvidan del resto del mundo, sin darse cuenta que ya era de noche. Los dos siguen trabajando, sentados alrededor de una vieja lámpara de campamento.

Hunter va por la quinta hoja que arruga con rabia, lanzándola hacia un rincón de la sala. Se lleva ambas manos a la cabeza e intenta concentrarse, bufando al exhalar con fuerza. Luz le sigue, al escribir y romper la punta de su lápiz, teniendo que agitar las manos, para evitar golpear algo.

Se separan del trabajo, sin darse cuenta, ambos estimulando sus sentidos ante la frustración. Hunter aprieta las manos con fuerza, reduciendo su agarre con el tiempo. Luz camina en círculos alrededor de la estancia. Es algo que, al menos él, ha notado sus compañeros no suelen hacer, quizás Gus tiene momentos en que su emoción se traduce en sus movimientos, pero Willow y Amity han observado con curiosidad esas reacciones, interesadas en interpretarlas correctamente.

Hay veces que concentrarse tanto se les hace un problema, Luz lo sabe, conoce su dificultad para manejar su atención, signo clave de su diagnóstico. Estudiar se le hace tedioso, si es por obligación, pero puede pasarse horas hundida en temas que le gustan, no siempre “prácticos”. Primero fue con la fantasía, después llegó a un mundo mágico, donde la magia consumió horas y días de su concentración. Hunter es familiar con esa sensación, sabe más de magia salvaje que los ciudadanos promedio, quizás tanto como las pocas brujas salvajes que quedan, después de todo, devoraba libros completos en pocos días.

Pero el cuerpo aún necesita concentrarse en otras cosas, distraerse es necesario al sobrecargarse con un solo tema.

—¿Helados? —propone Luz.

—Helados… —asiente Hunter.

Con ello, los dos asaltan la heladera de la casa, sentados en el suelo y masticando las paletas de sabor frutal. No es por el sabor, tratan de concentrarse en el frío y olvidarse del resto. Por momentos sus dientes castañeaban, pero les permitía olvidarse de las cosas, es difícil ignorar el tener hielo en la boca.

—¿Qué… haremos ahora? —pregunta él, dando grandes mordidas a la paleta.

—Tú a descansar —dice Luz, apuntándole con el palillo de madera—, que las ojeras te están volviendo.

—Las mías son normales, pero, ¿y las tuyas? —acusa él con una sonrisa orgullosa.

La humana se lleva una mano a la cara, cubriendo sus ojos, gruñendo entre dientes, antes de comenzar a masticar el palillo de madera. De todos modos, saben que ambos deberían ese consejo.

—¿Seguimos mañana? —propone ella.

—Está bien… sí, hasta mañana.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora