Capítulo 6

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Tallado profundo


Moviéndose entre los tejados del Mercado Nocturno, el Guardia Dorado vigila en acecho por su objetivo. Una caravana se mueve entre las personas, múltiples brujas y demonios en una procesión armada; sus miradas delatan algún acto ilegal, la manera en que sus ojos se pasean entre cada rincón posible, múltiples veces a punto de atraparlo en su vigilancia.

No hay información sobre aquel cargamento, no en los registros limpios del imperio. Se cree está relacionado con la magia salvaje, y cualquier movimiento, de ese estilo, es una posible conspiración.

Quizás con un ataque sorpresa pueda atraparles, la magia artificial tiene muchas menos limitaciones en comparación con el entrenamiento con su taliamigo.

Con un rápido movimiento, una barrera de luz roja se alza entre ambos lados de la calle, atrapando al grupo sospechoso.

—¡¿Tienen los permisos para esa carga?! —les pregunta desde el techo.

Las miradas iracundas le atraviesan al instante. Se sorprende ante la agresividad.

Múltiples círculos son dibujados en su dirección, una balacera entre disparos de energía, masa de abominable, espinas y piedras. Con la misma facilidad puede protegerse detrás de un muro rojo.

El Guardia suspira con los hombros caídos.

—Eso no sirve como documentación. —bromea derrotado.

—¡El emperador no tiene lugar en estos negocios! —escupe un demonio de fornida apariencia, su voz pesada al hablar.

Uno de los brujos dibuja un círculo contra el suelo, pero un rápido destello metálico amenaza su mirada. Una vez alza el rostro al cielo, una afilada navaja acaricia su mentón. El cuchillo es, prácticamente, una aguja; de unos diez centímetros de largo, con el otro extremo abierto en dos alas, similares en silueta a las de una polilla.

Todos ellos sienten una afilada punta tocar sus espaldas, subiendo hasta alcanzar sus nucas.

Desde el otro lado de la calle, arrodillado en la cornisa de un techo, una máscara de metal cobriza les observa, con múltiples ojos oscuros. Los cuernos se alzan a través de la capucha de su desgarrada capa.

—Verán —el Guardia Dorado se pasea de un lado a otro—… es mucho más fácil si dicen qué están haciendo; menos problemas, menos golpes… ¿qué dicen?

—¿El emperador tiene un nuevo amiguito? —se burla una bruja con una sonrisa confiada.

El leve sonido de un cristal rompiéndose les toma por sorpresa, acompañado por una densa neblina que oculta todos los rostros de esa caravana en segundos.

Las agujas son disparados por el demonio enmascarado, pero se pueden oír golpear las paredes, atravesando lejos de sus objetivos. Por su parte, los muros de magia artificial permanecen alzados; sin embargo, los dos ponen atención ante cualquier ataque inminente.

La nube se disipa fuera de los límites de aquella emboscada, dejando ver la calle vacía.

—¡Maldición! —exclama el Guardia Dorado.

—Espera… —señala su compañero.

Con un rápido giro de la mano, las agujas se alejan de las paredes, alzándose en el aire. Otro gesto y estas vuelan en direcciones contrarias, golpeando algo invisible en mitad de la nada.

Siguen ahí, apenas respirando ante los dos jóvenes.

Y antes de que puedan hacer algo, la calle se mueve como olas en el mar, quebrando las paredes de magia y avanzando el cargamento a gran velocidad. Aquel grupo de contrabandistas se escapan entre los asustados ciudadanos que tratan de mantenerse en pie.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora