Capítulo 1

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Magia, demonios… y maldiciones

Sus días en la escuela suelen ser extraños; al caminar por los pasillos muchos le miran extraño, confundiéndolo con un alumno nuevo, pero era por los extensos periodos en los que falta a clase. Se debe esforzar por recobrar el tiempo perdido, razón por la cual pasa la mayor parte del tiempo estudiando, entregando tareas, o explicando su situación a los profesores.

Por suerte, este padecimiento no afecta, tanto, su magia, así que las pruebas técnicas las puede cumplir apenas llega. En este caso, durante su clase de metalurgia, le toca la primera.

—Los detalles en el manejo del metal es la clave, a diferencia de los grandes ladrillos y vigas, moldear metal requiere de procesos extra —explica el profesor, con Alistair sentado al frente—. Hay que aumentar su temperatura hasta fundirlo, y entonces cederá ante su voluntad.

El maestro, un bajo brujo de fuertes facciones, sostiene una esfera de metal en su mano, caminando de un lado a otro en el frente de la clase. Se detiene con una última pisada más fuerte al resto.

—Todos los metales son distintos —y con su mano libre apunta a los alumnos—; distintas temperaturas, diferentes formas de moldearlos, y cada uno resistirá de forma distinta. Y, al igual que ustedes, pueden convertirse en un millar de cosas.

El hombre arroja la esfera al aire, dibujando un círculo con el pie en el suelo. El objeto se detiene, y se enciende en una masa al rojo vivo. Con otro movimiento, el metal se dispersa en múltiples orbes; uno para cada uno, los cuales bajan hasta posarse en sus puestos.

Ellos observan emocionados, muchos aliviados de haber dejado atrás los estudios de técnicas de eras pasadas.

—Sean creativos —les sonríe con amabilidad—, y acostúmbrense.

Muchos conversan entre ellos; algunos piensan en sus posibilidades, otros comienzan a dibujar diseños en sus cuadernos, y Alistair se fija en aquel objeto. En esa reluciente canica metálica, pudiendo ver sus propios ojos oscuros en esa superficie reflectante.

“Cada uno resiste de forma distinta, ¿huh?” Piensa con cierta amargura, deseando que fuese real “No resisto mucho, pero quizás aún hay algo que pueda hacer”.

Dibuja un círculo alrededor, quizás pensando en su impotencia como una ardiente llama, una que hace fundir la esfera. Así el metal se enrojece y vuelve maleable, lo puede notar en la magia que permanece en el aire, alrededor de su mano. Mueve el material para prepararlo. Ahora sólo necesita una idea, una imagen… un propósito.

“Quizás no pueda, no como yo… quizás alguien distinto” Sus dedos se mueven con el círculo mágico.

Una mariposa, formada por la estructura alambrada del metal, descansa sobre la mesa, sus alas moviéndose con sus articulaciones aún fundidas. Sus pequeñas patas la levantan en la mesa, su cabeza alzada hacia la ventana que da al día soleado en el exterior. Como una nueva vida nacida de la anterior; sin límites, sin conocer aún los problemas. El metal se congela en su habitual firmeza.

El profesor se acerca a su puesto, luego de haber revisado al resto.

—Buen trabajo, Bulok —su mirada sabia le conforta—; aprobado.

Incluso al caminar hacia el comedor, Alistair sostiene la mariposa entre sus manos, observándola como aquel que observa un sueño.

Entra al gran salón lleno de estudiantes, buscando a una bruja en específico; lentes redondos, cabello oscuro, y un físico deportivo; Willow Park, la líder y fundadora del equipo actual de Flyer Derby de Hexside.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora