Capítulo 12

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Volviendo a hilar

“¡LA PUERTA DEL GIMNASIO!”

Alistair se levanta de golpe, una leve fuerza mágica suya hace temblar las ventanas del salón. Mira alrededor suyo, de nuevo en la sala de Sanación, pero sin otras personas en el lugar.

Todo parece estar en su lugar, incluso mejor que antes; la mayoría de camillas guardadas, la estrategia de Skara ya borrada, ninguna mochila a la vista y los suministros en sus gabinetes. Tampoco consigue ver a alguien afuera, solo el atardecer asomado en los cuadros de las ventanas.

Observa su cuerpo, revisando con un conjuro para buscar alguna herida. Curioso, está en perfecto estado, dentro de lo esperado.

Los demás deben de estar bien, alguien se tomó el tiempo de sanarle.

Convoca su bastón para poder levantarse, andando con dificultad al sentir los músculos agarrotados. Sus piernas en especial las siente entumidas, inseguro con cada paso que da, mientras sus dedos se aferran a la madera de Eriko.

Sale del salón, mirando hacia ambos extremos del pasillo. Nadie, pero sí una vaga conversación acercándose.

Una de esas voces le hace sonreír y alzar la cabeza emocionado, su cola moviéndose de lado a lado, revelando si creciente emoción.

Pueden haber sido días, pero lo extraña.

Acelera el paso en esa dirección, ignorando la falta de sensación en uno de sus pies, golpeando el suelo con la base de su bastón. Su cola le sigue como un péndulo, marcando su ritmo al avanzar.

Alcanza a ver primero aquel rebelde mechón de cabello rubio; luego esos ojos rojizos que, para su sorpresa, parecen tener un ápice de luz; y su sonrisa con aquel espacio entre sus dientes.

Pero el adulto a su lado es familiar, su presencia le hace retroceder con torpes pasos, su bastón detenido recto.

—Hunter —dice al ambos voltear a verle, aunque dudoso del hombre de piel oscura—… un gusto verte…

El adulto se inclina levemente en su dirección, su ceño y labios fruncidos al mirarle, el cabello de Abominables dejando de moverse al concentrarse.

—Este debe ser tu amigo —señala Darius, imponente líder de aquelarre—… ¡no me gusta!

Se para recto y voltea a mirar al joven brujo.

Tanto el demonio como Hunter le miran confundidos… esas era una reacción un tanto… paternal, si lo pensaba Alistair.

—¡Pero Darius! —reclama el chico—, ¡él ayudó a repeler a las tropas!

—Y también es hijo de una fanática del emperador —responde el hombre—, solo tengo las obvias dudas.

Aprieta con fuerza su bastón, sin levantar la mirada al rostro del mayor. En parte tiene razón, después de todo lo que ha pasado, es extraño pensar en toda la situación; su madre, quizás, tiene razón; pero, ¿por qué todos sus amigos, incluyendo a la mano derecha del emperador, van en contra del sistema?

Algo extraño sucede y, notando las caras poderosas en este bando, cree que, después de todo, el emperador no es lo que parece.

—No volveré con ella, ni uno de los dos busca al otro. —admite sobre su madre y él.

—Pero si ella sigue trabajando igual que siempre.

Como si nada hubiese pasado…

Alistair intenta creer que es una mentira, que todo lo sucedido le ha afectado igual que a él. Pero el hombre le mira confundido, sin entender el dolor detrás de su mirada.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora