Final... por ahora...

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El laberinto de un demonio


No fue hasta el mediodía que Darius se lleva a los jóvenes para cuidar de Luz, Hunter ansioso por poder llegar a tiempo y continuar con los inicios de su rebeldía ante el imperio. Es curioso que dos adolescentes hayan sido tan intrínsecos en los planes del emperador, además demostrando sus diferencias contra Belos, ninguno puede quitarse la culpa. Willow, Augustus y Hunter conversan en la aeronave imperial, mientras Alistair observa el camino que dejan atrás, en sus manos su pergamino aún encendido.

Mamá «Te estaré esperando en El Hombro Izquierdo…»

Esa fue la única señal de vida que ha tenido de su madre, sin ninguna forma de saber la voz que ella pudo haber usado. Incluso después de años viviendo bajo el mismo techo, es incapaz de adivinar qué está pensando.

No quiere ir, pero no tiene otro sitio, no uno donde quiera estar. Debe arreglar las cosas, quizás pueda evitar mayores problemas. Su papá y mamá no tienen que saber, esto es algo con su madre. No tienen que enojarse con ella, él puede solucionarlo todo, no hace falta que otros interrumpan.

Él puede arreglarlo, debe hacerlo.

Los otros jóvenes se acercan, voltea a verlos con una expresión adolorida. No puede ocultarlo.

Willow es rápida en abrazarlo con fuerza, haciéndole sentir que sus brazos evitan su colapsar. Tiembla al querer corresponder, sintiéndose débil y culpable, porque no es necesario que se preocupen por él ahora. Es un problema personal, no una importante misión por salvar todo en Las Islas o ayudar a una buena amiga.

—Has mejorado con el tiempo, Al. —le asegura la bruja, dándole un último apretón.
Intenta alcanzarla, pero se detiene al sentirse desesperado.

Augustus se apresura a imitar a su mejor amiga, incluso si el demonio le supera por una cabeza de altura, es suficiente para Alistair.

—Después de que arreglemos todo esto —se detiene al sentir la débil respiración del demonio—… gracias por todo, Alistair. Después de esto podremos hacer un Conjuro Bajo la Luna y todo.

—Gracias...

El brujo se separa con cuidado, alejándose junto a Willow, dejando paso al mayor.

Los dos se miran a los ojos, sin poder fingir una expresión. Ambos parecen ansiosos y, con el tiempo, Hunter es incapaz de ignorar la idea de cómo la maldición de Alistair esté funcionando. Ese día es una combinación terrible de emociones fuertes y la posibilidad de tener que luchar por sobrevivir.

Le ve encogerse de hombros al desviar la vista, no puede detenerse de abrazarlo igual que el resto.

—Vamos a rescatar a la menor Blight, y Darius ya planeó la forma de detener el hechizo —le recuerda Hunter con ánimos—. Apenas terminemos podremos ir a buscarte, todo irá bien.

Pasan unos momentos en silencio, incluso preocupando al brujo.

—Sé que los vas a proteger bien, Hunter —asegura el demonio—. Solo quisiera poder estar para protegerte.

—Hey, los dos sabemos que no soy una presa fácil.

—Eres de los brujos más talentosos que he conocido —sonríe para sí mismo, apoyando la frente contra la suya—, además de una de las mejores personas.

—Al, siempre estás dándole cosas a los demás, sé cómo se siente eso, pero también quisiera que dejarás que te protejan.

Se siente extraño al decirlo, pero es lo que Darius le ha repetido en distintas ocasiones. Después de ese día podrán relajarse, comportarse de forma normal una vez estando lejos del gobierno de Belos. Pero quiere estar seguro que Alistair pedirá ayuda en caso de necesitarla, por cualquier cosa.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora