Capítulo 14.2

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"Rastros de sangre vieja"


No pueden creer que su intento se haya inmolado delante de sus ojos. Mientras Gus intenta arrojar un extintor a la puerta en llamas, y Vee debe detenerlo para evitar otro estallido, los demás que habían trabajado en la puerta debían respirar con consciencia para evitar ahogarse con su propio aliento. Amity, Luz, Willow y Hunter se juntan un momento, ellas son rápidas en buscar apoyo en la otra y, con una dolida sonrisa, aceptan al chico sin dudarlo. Pero Alistair siente algo crecer en su interior, una emoción conocida y muy contraria en su forma de hacer las cosas. Sabiendo eso, el demonio camina hacia el interior del bosque.

En un principio sus pasos son normales, hasta que deja la vieja casa detrás y siente sus dedos hormiguear con una sensación asquerosa. Pisada tras pisada, cada tanto la tierra bajo su suela se transforma en algo distinto, desde grietas hasta quemaduras profundas. Y con esa emoción a flor de piel, cierra las manos con fuerza y tensa los brazos, intentando retener el grito que le sube por la garganta.

No hacen falta círculos, la madera de los árboles alrededor se agrieta ante la influencia de la magia de Alistair. Se le está escapando de nuevo, destruyendo con esa impotencia de no haber podido conseguir nada de aquel intento.

Perdieron los recursos, tendrían que seguir experimentando y probando cosas, pero no tenían tiempo ni dinero para hacerlo. Era inútil seguir.

Al llevarse una mano a la cara, uno de los árboles se partió a la mitad, aquel horrible sonido acompañó la punzada en su pecho, una que le jaló al suelo hasta tenerlo de rodillas. El demonio trata de calmarse, sintiendo que se estaba acercando a una peligrosa experiencia conocida. El suelo se agrieta un poco y el polvo se levanta, pero su cuerpo le está diciendo que debe detenerse. Si sigue así, no podrá darse la descarga que Viney utilizó para reactivar su corazón.

No puede, la respiración se le descontrola y su único instinto es golpearse para hacerse entrar en razón.

Flapjack y Ericko llegan antes que Hunter, quien se debe detener para asociar el árbol partido con la magia del demonio. En un principio no lo entiende bien, hasta que le ve golpearse, esa sí es una respuesta conocida. Se le acerca con cuidado, rodeándolo con cierta distancia hasta estar delante suyo, sin agobiarlo.

Habla despacio al arrodillarse a su altura:

—¿Pu… puedo acercarme?
Alistair niega con la cabeza, a punto de clavar sus garras en su rostro.

—Entonces haz como yo, ¿está bien? —continúa.

Ahora asiente, queriendo alzar la mirada, pero aterrado de concentrar su magia en él. Se jala el rostro para mirar al suelo, intentando estar atento a sus palabras.

Hunter, de todos modos, coloca una mano en el suelo, entre ambos.

—Respira conmigo. —Le pide, sonriendo, incluso si no le ve.

Inhalan juntos, aguantando unos segundos, manteniendo el aire y, mientras la mente del demonio se concentra en ello, la calma se oye antes de que exhalan. El rubio toma a los dos taliamigos y les hace una petición, cosa de que, al momento de entregarlos al menor, ambos parecen ser dos trozos de hielo, tan fríos que Alistair tiembla al abrazarlos contra su cuerpo. En un principio no lo entiende, pero las manos de Hunter evitan que los pueda soltar. Es molesto en un principio, sus dientes castañean, pero su magia deja de poder concentrarse en una sola cosa, ni de forma inconsciente puede conjurar. Las técnicas de Luz y Gus sí que funcionan, buenas formas de aterrizar.

Se quedan juntos en mitad del bosque, sentados debajo de un árbol y ambos con sus taliamigos contra el abdomen, fríos para no poder pensar con tanta claridad. En esos momentos todos están intentando lidiar con ello.

De plumas doradas | Hunter x Male!OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora