TRAS DE TI (En Corrección)

Prólogo

—¡Estás hermosa!

—Gracias ¡me siento hermosa!

Era el día más feliz de Gabriela, por fin estaría con la persona que tanto amaba, había pasado por muchos obstáculos en el pasado y tristezas, pero por fin todo iba a quedar atrás en unas cuantas horas.

Al caminar hacia donde se encontraba su futuro esposo no pudo evitar compartir una sonrisa con él y una mirada de complicidad con picardía pues ambos ansiaban que todo acabara pronto para poder estar juntos y disfrutar de su amor, todo paso muy rápido, la palabra acepto ya se había pronunciado, cuando se dieron cuenta un anillo estaba puesto en ambos declarándolos marido y mujer.

La recepción fue como Gabriela la había soñado, un ambiente de amor y felicidad se podía sentir en el aire, la felicidad que sentía era enorme, tanto que nunca pensó que en un abrir y cerrar de ojos se acabaría en el momento que fue en busca de su esposo desaparecido.

Se encontró con una gran escena, sentada en el regazo de este se encontraba una mujer, ella vestía un vestido color morado con un escote que decía mucho, la mujer era alta de piernas largas y delgadas, tenía un cuerpazo. Gabriela al verla sintió como que un balde de agua helada había caído sobre ella, pero lo peor fue cuando la intrusa rodeó el cuello de su esposo con sus brazos y le dio un largo beso, no podía creer que él hombre que le había prometido serle fiel hace aproximadamente una hora con veinticinco minutos, había roto su promesa.

La ira, tristeza y enojo, inundaron su ser, no le importó en absoluto tener un vestido de novia ni nada para lo que a continuación haría.

Él, por otro lado no pudo apartar a la joven que lo besaba, estaba estático, ni podía creer lo que ella le había dicho antes, estaba en estado de shock.

Cuando su esposa se acercó a ellos y quito de sus brazos a la intrusa, no pudo hacer nada, aunque tenía años de experiencia para no ser sorprendido, esta vez no funciono.

Gabriela, furiosa y con el corazón roto, arrastró a la amante de su esposo fuera de su lugar de festejo, todos al ver que llevaba a una mujer arrastras la siguieron, la joven gritaba que la liberará y Gabriela para complacer su petición lo hizo, la empujó hacia una piscina para que se le bajara lo caliente que estaba al besarse de esa forma con su "esposo".

Gabriela orgullosa de su acción se sacudió las manos, como quitándose el polvo de algo sucio que había tocado, pero luego escucho a lo lejos:

— ¡Estás loca! ¡¿Cómo puedes tirar a una mujer embarazada al agua?!

Luego escucho un splash, su esposo se había lanzado al agua para salvar a la mujer que supuestamente llevaba a su hijo en su vientre, Gabriela por un momento sintió miedo, pero fue solo por un momento, porque por alguna extraña razón se sentía liberada, en su corazón ya no había ningún sentimiento hacia la persona que en sus brazos cargaba a otra mujer para sacarla del agua, aunque en eso trataba ella de pensar para tratar de no derrumbarse y que todas las personas presentes vieran su debilidad.

A un extremo de ella se encontraba su cuñada, celebrando la acción que había realizado, ya que nunca le agradó está mujer, pues se acercaba a su hermano con la mentira de que todo lo hacia por Gabriela, ya que era considerada la mejor amiga de esta última, por lo cuál el otro no miraba nada extraño, tenía la corazonada que mentía con respecto a su embarazo, su hermano era tan tonto para creer en sus palabras, no podía comprender porqué  siendo el mejor de su escuadrón de detectives lo engañaban fácilmente.

Albert estaba asombrado de las acciones de la mujer con la que se había casado, veía en sus ojos furia y frialdad, por un lado la comprendía porque él haría lo mismo, solo que en vez de tirarlo al agua lo habría golpeado hasta dejar al tipo inconsciente y aun así no se detendría, pero por otra parte estaba furioso, si la mujer en sus brazos no supiera nadar se hubiera ahogado y muerto con su bebé, estaba tan enojado que no pensó en lo que diría  a continuación: