25: El reencuentro

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Capítulo veinticinco: El reencuentro
PRIMERA PARTE.

Michelle.

—¿Estás seguro que es hoy? —pregunté, bajándome del auto.

—Si, es hoy —se quejó Cameron, prácticamente tirándose del auto.

Traté de seguirle los pasos, aunque parecía casi imposible.

—¿Por qué tenía que ser hoy? —me quejé.

—¡Las sorpresas Lightwood son así!

Me rendí cuando sentí aquel dolor de espalda inminente. En aquellos meses, mi vientre había aumentado visiblemente. Ya no había manera de ocultar mi embarazo, así que tenía que acostumbrarme a las miradas que internamente gritaban crítica, y también a los comentarios cariñosos que me daban. Una de las ventajas que descubrí en el proceso, fue que Jonathan me traía café y comida a diario. De la nada se aparecía con un dulce o algo de comer. Era... Extrañamente conveniente. La mayoría de los chicos del equipo me habían empezado a tratar de esa manera. Y yo había empezado a acostumbrarme.

A lo que jamás me acostumbraría, sería a que Monty no fuese un idiota, o a que mi cuerpo se sienta como el de una ballena.

—¿Necesitas algo?

Aquella pregunta era la misma de todos los días, aquella pregunta era la misma que Montgomery siempre hacía al verme llegar a la secundaria. Solté un suspiro, y negué.

—La misma respuesta, estoy bien.

Seguí mi camino por los corredores y olvidé por completo que pasar por la cafetería hoy día era un infierno. Las empleadas son muy amables, más de lo que desearía, y eso involucra que cada una de ellas me detenga a diario para preguntar si puede acariciarme la barriga. Cosa que, aunque no me agrada, no me niego por cortesía.

Prácticamente huí de allí, y me encaminé a la cancha. Vi como varias porristas iban en camino, y eso, me bastó para darme cuenta de que el partido de ese día sería uno muy importante. La pelirroja despampanante que iba delante de mí me dió una sonrisa amable mientras, con descaro, se subía su falda hasta casi verse el inicio de su ropa interior.

¿Cómo el director podía permitirse...?

—¿El partido ya empezó?

Me voltee, conectando la mirada con aquella morucha que sonrió al verme. Casi me caí al suelo por no mirar por donde caminaba, ella me tomó de la mano, sosteniéndome y viéndome preocupada.

—¿Te sientes bien?

—Eh, sí, si. ¿No se suponía que hoy tenías unos tramites de la universidad?

Jenna negó, sonriente.

—Los cancelé, es un juego importante. ¿Cuantas veces veremos a nuestro equipo jugar contra su enemigo de toda la vida? Son juegos legendarios, Michelle.

—La verdad es que si —murmuré.

Su móvil hizo un ruido to extraño, y entonces, vi como su mirada se iluminó.

Jump Shot | Libro II  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora