Los instintos nos dominan, no se puede luchar contra ellos, ¿o si?
En una oscura y tranquila noche sin luna, el primogénito de los Wang nació en punto de la medianoche. Wang Yibo; heredero de una antigua y poderosa familia de alfas.
Un secreto ocul...
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Fue difícil para Xiao Zhan trabajar por los siguientes días, se sentía todavía demasiado abrumado. No había dormido casi nada desde que el delta lo visitó aquella noche y se confesó ante él.
No entendió porqué no se había dado cuenta antes, estaban todas las señales frente a él. Su comportamiento distante con los alfas, porque no se sometía a Feiyu, su peculiar aroma, su manera de olfatear una y otra vez como un dominante alfa a un omega, incluso la vez cuando intentó marcarlo.
Estaba tan afectado que se sentía incluso mareado, no había podido decirle nada a su amigo, sin embargo este sabía que algo le ocurría pero no intentó saber más puesto que Zhan cuando se sintiera listo, se lo diría, además Yunxi también tenía sus propios líos debido a Feiyu quien había estado mandándole todo tipo de regalos, sobretodo enormes ramos de flores a su departamento y oficina.
Asemás, Zhan ¿cómo podría decirle a alguien sobre lo que ahora sabía? ¿Que su ex novio, el primogénito de los Wang era un delta que devoraba omegas en su celo? Maldición, se había comido a la prometida de Feiyu, la chica no había escapado con nadie. La omega había sido devorada por Yibo, su Yibo. Incluso si la chica era interesada y desagradable con él, ella no merecía un destino tan cruel, una muerte tan horrible, sin nadie que supiera lo que le había ocurrido realmente. Se sintió tan mal por alegrarse cuando la chica rompió el lazo con Feiyu dejándolo en depresión. Saber que Yibo fue el causante del malestar de su jefe, aunque no le importaba un poco eso, sino saber que su Yibo era un salvaje carnívoro come-omegas.
¿Qué debía hacer?
Sus pensamientos negativos se detuvieron de pronto. Cuando Yibo se lo dijo, lucía afectado, arrepentido. Seguramente odiaba hacerlo pero debido a su naturaleza no podía evitarlo. Los deltas no podían contenerse, era por eso que eran asesinados apenas se sabía de su naturaleza, no importaba si eran solo niños cuando se sabía la verdadera casta, estos eran asesinados sin más.
Recordó las fotos de Yibo siendo un niño, un pequeño niño que fue alejado y encerrado para ocultar su verdadera casta. Yibo estaba tratando de curarse, por eso estaba ese doctor tratándolo sin despegarse un segundo de él. Incluso si parecía ser lastimado, Yibo estaba soportando porque no quería ser un salvaje carnívoro, ¿cierto?
Su cabeza dolía de tanto pensar y pensar, amaba a ese hombre a pesar de todo, tal vez Yibo podría curarse realmente. No quería que nadie lo lastimara si se enteraban de su casta. Yibo se lo confesó a pesar del riesgo que eso pondría sobre sí mismo y su familia por ocultar sus crímenes. Yibo lo confesó, se expuso ante él pudiendo Zhan acusarlo con las autoridades, incluso sobre el crimen de Li Yao. Él podía hacerlo y luego, no volvería a ver a Yibo. Un sollozo escapó de su boca. No quería que nadie lo lastimara, él lo amaba, lo amaba mucho y sabía que el delta también lo amaba, pudo verlo incluso a través de sus salvajes ojos dorados. Zhan realmente no sabía qué hacer, se sentía atrapado.
