Capítulo 34

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Los ojos azules del apuesto niño miran con decepción a su madre, ahora entiende su renuencia a decirle a quienes iban a ver, y no solo eso, también empieza a tomarle enojo porque lo sacó de la casa de Sumi con engaños.

Akiho mira a su hijo con algo de impotencia y mordiendo sus labios, se acerca pero él retrocede como si de la peste se tratase haciendo que se ponga mal por eso.

—Taiki no debes de mirar así a tu mamá, nosotros queríamos verte—habla llamando la atención del pequeño niño, el padre de Kaito—. Eres un niño muy inteligente, y eso nos enorgullece tanto, eres nuestro nieto y eso no va a cambiar.

Taiki mira con molestia a la pareja que a diferencia de él lo miran con amor, por un momento no sabía qué hacer, pero recordar todas las cosas que Kaito le ha hecho y no solo a él también a su madre es que no se contiene y con la mirada más fría que se le puede ver a un niño de su edad haciendo que el ambiente se vuelva pesado complicando las cosas habla:

—No quiero saber nada de ustedes ni de ese señor, nunca me ha querido—sus ojos azules empiezan a cristalizarse, en ese momento Akiho se acerca a él y se agacha a su altura—. Tú me has mentido mamá, pensé que eras la única con quién podía confiar.

—Taiki mi amor yo…

—Quiero irme, no quiero estar aquí—está decidido a salir de ese lugar, su pequeño corazón está latiendo muy rápido y si sigue cerca de esa pareja podría salir llorando y expulsando todo lo que a su corta edad tiene guardado en su ser—. No me importa nada de ese señor. No lo quiero.

—Taiki…—las lágrimas de Doraliz, madre de Kaito detienen en su andar a Taiki—. No justificamos lo que tu padre hizo, jamás vamos a aprobar las bajezas que por su culpa tu madre ha pasado, solo queremos acercarnos, hacerte ver que te queremos tanto.

El pequeño abrió los ojos sorprendido, ve a su madre que está con la cabeza agachada y con el rostro lleno de culpa. Lentamente se acercó a su madre poniéndose frente a ella. Akiho al ver a su hijo es que rompe a llorar cayendo arrodillada. Eso para Taiki es de no creer, su madre está llorando, su llanto es tan lastimero que rompe al pequeño en pedazos.

—Mami—atinó a decir con un nudo en su garganta—. Perdón.

—Soy yo quien debe pedirte perdón corazón—vuelve a llorar viendo a su hijo algo confundido—. Te arrastre a mi dolor, mi amargura y mi sufrimiento, sembré en ti todo lo que siento por él, debiste estar fuera de todo esto desde el principio pero…

—No llores mami—sus pequeñas manitas acarician el rostro de Akiho sonriendo con amor, besa sus manos jalandolo a su cuerpo y abrazandolo como una madre solo sabe hacerlo—. Yo tengo miedo.

—No temas, me tienes a mi—se separan un poco y él retira los restos de lágrimas de su rostro—. Escúchalos por favor.

Taiki gira a dónde está la pareja que está muy triste por el rechazo que él proyecta, siendo un niño que no es muy abierto a sus sentimientos es que los ve sin expresión. Pasa saliva y solo por su madre es que los escuchará para después irse y no querer saber más de ellos.

—Solo porque mi mamá me lo pide—habla dejando complacidos a los dos adultos—. Qué quieren decirme.

—Pasemos al comedor, están sin desayunar—Doraliz pide con dulzura a su nieto que ya está queriendo con todas sus fuerzas—. Hemos hecho tú desayuno favorito.

Taiki levanta una ceja para luego girar su mirada a su madre que lo ve sonrojada por eso, con un apretón de labios siguen a los dueños de casa, la mesa del comedor es igual a la de Sumi, solo que está muy llena de cosas deliciosas, el estómago de Taiki empieza a gruñir poniéndose rojo por eso.

𝑉𝑜𝑙𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑎 𝑇𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora