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- Katsuki Bakugō lo que causó aumenta las consecuencias y los peligros que ahora podría pasar la señorita Cabot. - dice una voz firme entre los sabios en la cueva del juicio, sitio donde estaba ya acostumbrado por manejar los casos con su prometida.

- Yō Shindō era un alfa muy fácil para doblegar, hubiera soltado valiosa información para resolver este problema de una vez por todas. - mencionó otra voz de un sabio aumentando el disgusto del juzgado.

- ¿En serio sólo me verán por encima como un imbécil? ¿Metiéndome la culpa en vez de aconsejarme en qué hacer? - pregunta ofendido con ganas de escupir, se aguantó con la esperanza de obtener una buena respuesta.

- Sólo es para que tenga cuidado la próxima vez, matar a alguien tan a la ligera sin escuchar tu propio consejero es algo que nos concierne llamarle la atención. - aclara otro sabio haciendo que el menor no pudiera levantar la mirada por el coraje que sentía -, teniendo en cuenta eso, no tenemos una solución rápida, haremos un rastreo colocando los diferentes guardianes preparados para estas situaciones y esperemos que podamos encontrarla.

El príncipe no pudo disimularlo mucho más, sus dientes dolían y sus labios ya se encontraban magullados de tanto morderlos por los nervios, no quería perder más los estribos, pero su alfa parecía un virus que lo intoxicaba, que le hervía la sangre y le presionaba a contestar con furia y desagrado, demostrando lo eufórico que estaba por encontrarla.

- ¡¿Esperemos?! - Gruñe por fin fijando su mirada -, ¡Yo no voy a esperar! ¿No que ustedes predicen el futuro y esas mierdas? ¡Tómense su maldito té y léanme las cartas! ¡Lo que sea sólo díganme que hacer en vez de echarme la culpa! - exige desechando su poca paciencia.

- ¡Bakugō cálmate! Entre más sereno puedas estar, mejor vamos a pensar. - le dice su mejor amigo tratando de disculparse con los superiores -, no tenemos ningún otro referente que la escena del crimen, además todos estamos colocando nuestro empeño en ayudarte, en ayudarla, todos estamos con miedo, reforzamos todos los límites para que nadie más pase por esto.

Las palabras del pelirrojo pudieron mitigar sólo un fragmento de su acalorado ser, hizo una mueca sacudiendo sus hombros para pedir lejanía, sus ojos parecían hundirse en un pozo deseoso de sangre y de temores, no quería escuchar la palabrería de excusas con ese tono tan desinteresado e insensible que los sabios tenían.

- ¡Cuando encuentre a un líder de los hechiceros no me pidan misericordia! ¡Ese hijo de puta que la tiene cautiva va a morir y ustedes no me van a meter preso por eso! - sentencia con una voz dominante para por fin retirarse dando pisadas fuertes llenas de impotencia.

- Pido una disculpa por el comportamiento de nuestro príncipe, la señorita (T/N) estaba próxima a su celo, entenderán que el alfa de mi hermano está muy asustado, salvaje y sobre protector al darse cuenta que no estará con ella, por favor, yo también quiero saber cómo puedo ayudarle. - suplica mirando hacia esas capas distantes como unas estatuas.

- Eijiro Kirishima, consejero dragón del Sur, ha hecho un buen trabajo, ahora lo único que les queda es el tiempo y la espera, podrán solucionar esto, confíen entre ustedes. - esta vez habló una voz femenina que lo tranquilizó un poco.

Hizo una reverencia para salir de la cueva, a pesar de agradecer esa respuesta, seguía igual de insatisfecho y confuso que su líder. Decidió notificarle lo hablado a los demás, todos ya podían predecir el estado de su explosivo amigo, nadie era capaz de si quiera mirarlo de reojo, todos se quedaban rígidos cuando el alfa pasaba por su lado, ni una sonrisa, ni un saludo, ni una palabra, ni siquiera una mirada, nadie podía aguantar las feromonas del joven rubio. Iba a cumplirse un día entero de la desaparición y Katsuki ya le parecía un mes entero,

La luna y el dragón (Katsuki Bakugou x lectora) [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora