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La noche cayó como el telón de un teatro dando paso a una hermosa noche, los restos del invierno se sentían en el aire aun dando inicio a la pronta primavera, la montaña tenía la mejor vista del cielo mostrando sus estrellas titilantes. Las familias se encontraban en sus cabañas descansando, puesto ya era bastante tarde cuando la luna estaba en su punto más alto haciendo que el silencio reinara con algunos ronquidos de las bestias con quienes convivían. La suprema sacerdotisa decidió dejar a su aprendiz en la casa de los Bakugō e irse a otra un poco más apartada con su consejero para dormitar. La casa de los Bakugō eran dos cabañas, una más grande que la otra, se conectaban por medio de un puente, sin embargo, las dos tenían entrada propia dándole un aspecto imponente. La más pequeña era la que le pertenecía al rubio cenizo y contenía dos habitaciones, la joven omega escogió uno de los cuartos para hospedarse, no quería estar en el mismo lugar que el alfa y concordaron en no compartir el mismo espacio, ya tenían suficiente con saber lo que más adelante tendrían que convivir.

A eso de las 12:00AM el ojo rubí no podía conciliar el sueño, había intentado de todo: contar ovejas, contar escamas, hacer trabalenguas, cambiarse constantemente de posición, quitarse la ropa, ponerse la ropa, tomar agua, hacer yoga, pero nada. ¿La razón? Un olor a rosas recién cortadas, cerezas y avellana lo tenía extrañamente inquieto. Tenerla a unos metros era más que suficiente para detectar la presencia de la menor y eso le molestaba mucho. Sentía de vez en cuando la garganta seca, los ojos borrosos y la respiración ahogada, cosa que no entendía y resolvía simplemente suspirando al ver su techo de pieles. Ni la comodidad de su gran cama, sus cobijas y sus almohadas eran suficientes, le comenzó a doler la cabeza y con un sonoro gruñido se levantó de nuevo de sus aposentos.

No podía ser su celo aún le faltaba mucho para eso. Sólo tenía una curiosa ansiedad. Salió de su habitación pasando por la sala hasta llegar a la puerta principal de la cabaña para salir del todo, quería tomar aire fresco, sentir el pasto en sus pies, mirar el cielo y ver el paisaje de su querido hogar para relajarse. Apenas pudo tocar la tierra de afuera dio una bocanada de aire como si le faltara espacio a sus pulmones y abrió los ojos alarmado, el olor era más intenso afuera. El sonido de un estornudo le erizó la piel y de un movimiento brusco dirigió su mirada hacia el techo de su casa, viendo que una joven bruja estaba acostada en este como si nada, rascándose la nariz con notable fastidio.

- Oi, ¿Qué demonios haces despierta a esta hora? Mañana madrugamos. - cuestionó con notable molestia, ahí estaba el motivo por la cual no podía dormir.

- ¿Eh? Tú también estás afuera, no digas tonterías. - respondió soltando otro estornudo.

- ¿Estas apestada o qué? No has parado de estornudar desde que llegaste. - se cruzó de brazos notando que no estaba sola, su lechuza estaba en una punta del techo cual vigilante dormitando. Al momento en que los dos se conocieron la gran ave se limitó a fulminarlo con la mirada demostrando su descontento por el matrimonio, eso sólo le causó gracia, hasta su mascota era igual de atrevida que ella.

- ¡Ya te dije que es tu olor a canela! No he podido dormir por esa alergia. - se quejó cruzando sus piernas.

- ¡Te dije que te tomarás un té verde, terca! - sin que se diera cuenta había subido de manera ágil el techo para estar con ella, sentándose a su lado. Su alfa estaba buscando presenciar más su aroma y él ni se percataba de eso.

- Va, mañana me tomo algo para eso, ya es tarde. - dijo derrotada colocando sus brazos como apoyo en la cabeza-, y tú ¿Por qué no has podido dormir?

- Migraña. - se limitó a responder. No quería decirle que estaba inquieto por su esencia.

- Ah sí, a mí también me dio, qué horror tal vez es el estrés de todo esto. - alzó los hombros sin remedio.

La luna y el dragón (Katsuki Bakugou x lectora) [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora