03

4.2K 356 108
                                    

El sol se coló por las montañas rocosas del Sur dando inicio a un nuevo día, los dragones volaban en su preciado territorio siendo piloteados por sus dueños rebeldes, muchos daban su paseo matutino, mientras que otros competían y jugaban para entrenar. En la aldea las cabañas de madera tenían tallados grandes patrones y en sus afueras los cueros de animales cazados eran la decoración excepcional del clan. Los niños corrían de un lado a otro con sus lanzas y los más jóvenes practicaban con su magia. Los adultos y los ancianos prendían sus fogones conversando las nuevas noticias y disfrutando de su hidromiel con una sonrisa.

Los olores fuertes de los alfas dominaban el lugar, las frutas sin cosechar y el pastoreo de las ovejas era el ambiente proprio de los seres dragón. Vivían en una paz que a veces era arruinada por las dinámicas y los conflictos propios del pueblo, sin embargo, eso cambiaría con la llegada de aquella joven omega quien miraba la aldea con cierta admiración, había cambiado mucho desde su última visita.

La gran sacerdotisa, el cansado consejero y su persona se encontraban en la entrada de aquel hermoso lugar. El chucheo de su lechuza escondida en su capa le hizo entender que estaba asustada al escuchar los gruñidos y rugidos de los dragones del sitio.

- Cálmate, no comen lechuzas, o eso creo...- susurró eso último ganándose un picoteo de su mascota haciéndola reír.

- La familia Bakugō nos está esperando en su hogar, saludemos cordialmente a los lugareños, me emociona mucho volver a verlos. - expresó con una suave sonrisa la mayor acomodando su vestuario.

Los brujos lunares usaban chaquetas largas con capuchas, adornos de plata como armadura en sus camisas manga larga livianas, pantalones anchos y botas de cuero. Algunos usaban guantes y balaclavas para guardar su identidad, no era el caso pero su aura lleno de misterio tenía que ser intacta.

Comenzaron a adentrarse a la aldea siendo recibidos por la mirada curiosa y sorprendida de los habitantes, hace 10 años que no veían a los de su clase y les causaba cierta intriga. Los niños los espiaban desde los techos de las cabañas y los más jóvenes olían la presencia de las dos omegas de forma muy notoria. Algunos mayores con mucho placer los saludaron e intercambiaron sonrisas y miradas de contento. La más baja estaba anonadada con el afecto y cordialidad de las personas que vivían en tan precioso territorio, tal y como lo recordaba.

El vestuario de los seres dragón era muy colorido y llamativo a comparación de su escala de grises. Pantalones de cuero marrones junto con botas afelpadas, las mujeres usaban blusas cortas, sin mangas u hombreras para lucir sus tatuajes tribales y marcas de orgullo, los hombres mantenían sin camisa, usando pañoletas o camisillas de lana, cinturones y collares de colmillos eran varios de sus accesorios. La mayoría tenían dagas muy visibles o espadas muy afiladas, los brujos preferían armas de larga distancia como bastones mágicos, cadenas o arcos.

Luego de varias bienvenidas pudieron llegar a la cabaña de los Bakugō, se notaba que eran los líderes puesto era la más grande de todas con las mejores vistas. Tocaron suavemente la puerta y los nervios de la menor no se hicieron esperar, recordaba a Mitsuki y le tenía cierto cariño por ser una alfa ejemplar, eso no quitaba el hecho de que toda la situación le avergonzaba y regresar le sacudía la nostalgia y la incertidumbre.

Al cabo de unos minutos una sonriente rubia con su traje de alfa mayor se mostró en la puerta. Tenía un aspecto decidido y emanaba feromonas de agradabilidad, ceniza y corteza era su aroma.

- Buenos días preciada Mitsuki Bakugō, ha pasado tiempo sin vernos en persona. - saludó primero la peli blanca.

- ¡Buenos días gran sacerdotisa! Es un placer tenerlos en mi morada. - y con una mirada llena de curiosidad posó sus escarlatas a la omega quien apretaba con nerviosismo su bastón-, (T/N) ¡Eres hermosa! ¡Qué mujer! Desde que eras pequeña deducía como ibas a ser de grande, esto cumple más allá de mis expectativas, tu tía me ha contado tanto de ti que no podía esperar. - y sin evitarlo soltó un suave puño en su frente en símbolo de saludo.

La luna y el dragón (Katsuki Bakugou x lectora) [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora