Capítulo 28: Blasfemia

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Después de la charla con los exorcistas fui a una cafetería, resguardándome de la ventisca que cayó en la ciudad. Pedí un café cargado. Lo necesitaba con urgencia.

Las dudas se habían acumulado. ¿Qué era lo que Filger estaba buscando? ¿Karvinya estaría diciendo la verdad? Ya no sabía que pensar, pero algo estaba claro y ella tenía razón; necesitaría gente apoyándome en esto ya que Ghyok no podía acercarse a mí.

Suspiré. La cabeza no me había dolido tanto como ahora.

Al día siguiente tras una larga jornada de trabajo bastante rutinaria y al estar regresando al apartamento, una camioneta gris llegó, estacionándose al lado de mi auto. Un sujeto bajó. Era alto y de cabello rubio. Guardé las llaves de la casa dentro de un bolsillo de mi gabardina negra, prosiguiendo a dejar dentro mis manos congeladas. Hacía demasiado frío y el viento era muy fuerte. La oscuridad era bastante densa, lo que me impedía ver bien al sujeto.

—Veo que ya estás cómodo aquí—habló el rubio. Reconocí su voz. Se trataba de Cerket, un cazador.

—Apenas me estoy acostumbrando.

—Nunca me imaginé que te vería aquí. No a ti.

—Las sorpresas que da la vida—me encogí de hombros, restándole importancia.

—Irkir me pidió venir por ti

—¿Ah sí? ¿Para qué?

—Tu solo ven.

Dio la vuelta, caminando por la pesada nieve. No me daba confianza, pero lo seguí. Todo lo que quisiera mostrarme Irkir tenía que verlo. Tapé mi nariz con la bufanda que usaba. El aire frío me lastimaba las fosas nasales.

Cerket caminó sin hablar. Yo tampoco hice mucha conversación. Estaba más pensativo en saber a dónde me llevaba. Subí al auto. El cazador manejó, sin salir de la villa. Había partes de la villa que aún no conocía. Era un terreno bastante extenso. Se estacionó en uno de los tres jardines—exactamente fue el que estaba en el sur—. El aire golpeó contra mí en cuanto abrí la puerta para bajar.

Este invierno sería muy intenso.

Continuando sin ninguna conversación de por medio, Cerket me guío, cruzando el jardín ahora seco por la época del año. Recubierto por ramas secas vislumbré un portón de metal. Estaba un poco escondido. Cerket abrió el portón. Entró, en silencio.

Me asomé. Una serie de escaleras descendían por la tierra. Pude oler la humedad de la cueva. Fruncí la nariz. Estaba muy oscuro.

—¿Qué pasa? ¿Te da miedo la oscuridad? —resonó la voz del alforja.

No contesté. Si hubiese sido alguien más y en otra situación hubiera replicado con alguna tontería, pero no era el momento. Ni la persona.

La oscuridad me arropó conforme bajaba las escaleras altas. El olor a encerrado y humedad se incrementó. Al llegar al final una nítida luz iluminó un túnel. Derecho, más escaleras, otro corredor.

Las luces automáticas se encendieron al compás de nuestros pasos. El nuevo corredor era diferente del anterior. El olor a humedad se esfumó. Esta zona había sido reconstruida. Ya no había piedras y tierra, todo estaba revestido por metal. Parecía un bunker aquí abajo.

No, no parecía. Lo era.

La duda creció.

Solo había una puerta en el bunker. Era una reja y del otro lado dos guardias de seguridad cuidaban el paso.

Sospechoso.

Cerket se anunció. Pasamos de inmediato. El bunker se hizo estrecho. Dimos con las puertas de un elevador. La ansiedad creció. Apreté mis manos. Tenía un mal presentimiento.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora