Capítulo 12: Crepúsculo rojo

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El amanecer se aproximaba.

Antes de regresar a casa tuve que ir a una clínica. Mi mano necesitaba ser curada de nuevo. El dolor era intenso. Lo bueno de que la sangre de los demonios fuera magenta era que no asustaba a nadie. Es decir, si llegaba a un sitio como ahora casi cubierto de magenta lo menos que pensarían era que se trataba de sangre. Hay muchas fiestas donde sales pintado y la enfermera debió haber pensado que yo asistí a una.

Volví al auto con las chicas.

—¿Quién era ese? Es la primera vez que lo veo—Ignes inició la conversación.

—Él es Blasferoth, líder de una pequeña legión. Hacía tiempo que no lo veía.

—¿Líder? Eso es... —repitió la rubia.

—Porta un gran título, pero realmente es un demonio de medio rango, nada especial.

—Eso dices, pero ¿cómo estar seguros? Los demonios aumentan de poder cada tiempo y que sea un líder no lo hace menos peligroso, Renhia—suspiró ansiosa—. Los demonios ya saben quién es ella. Esto se está poniendo peor cada instante.

Eso era un hecho.

No hubo más conversación en todo el camino. Dejé a Ignes en su casa, donde vivía con su madre y su abuela. La chica se despidió, pero podía notar la preocupación en su rostro. Esa no la dejaría hasta haber acabado con este problema.

No sabía hasta cuando podía quedarme en el apartamento, pero como no tenía a donde más ir, volví a mi vivienda. Cuando llegamos los primeros rayos del día iluminaron todo. Nievke se fue callada en todo el trayecto. Por un momento tener tanto silencio fue desesperante. Las preguntas se hacían más pesadas con el silencio.

En cuanto cerré la puerta me quité la chamarra y la camisa, tirándolas en el baño. Abrí la regadera para darme una ducha que tanto necesitaba.

Nievke me miró a detalle mientras iba por un vaso de agua antes de darme el baño.

—¿Qué? —inquirí, harto de tanto silencio.

—Lo siento.

—¿Por qué?

Se acercó a mí, pasando su dedo por mi antebrazo izquierdo.

—Por esto—indicó a los tatuajes recién hechos—. ¿Duelen?

Cuestionó acongojada.

—No.

—Si hubiera estado cerca esto no estuviera ahí.

Reí ante su inusual comentario.

—Realmente no te debería importar si muero o no. Por algo pusiste esta maldición. Aun si no lo recuerdas, esa es la verdad.

Negó con un ligero movimiento de cabeza.

—No quiero que mueras. Eres el único que no me tiene miedo... Y si mueres, me dejarías sola y a manos de esos que dices son mis enemigos... Estando sola no sabría qué hacer.

—Sí que eres extraña—la miré detenidamente. En realidad, no sabía nada de ella. ¿Cómo había sido su pasado? ¿Cómo fue que Ingel nació en ese nuevo cuerpo? Las dudas sobre ella me estaban carcomiendo y eso que apenas estaba comenzando con este loco embrollo.

Entré al baño, dejando que el agua me relajara un poco. Al salir, Nievke se dispuso a hacer lo mismo.

Como trabajaba de noche y dormía—cuando podía—de día, las cortinas que tenía eran oscuras. Mi vida ha sido mayormente nocturna.

A lo largo de los años he intentado dejar la adicción por el cigarro, pero siempre fallo. Si soy sincero he tenido muchas adicciones, pero la del tabaco ha sido la más difícil de dejar. Justo cuando me disponía a encender uno, escuché un fuerte golpe proveniente del baño. Dejé la cajetilla en paz, acercándome a la puerta.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora