Capítulo 33: Fuego marchito

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<Renhia>

Me reuní con los miembros de mi nuevo equipo en casa de Filger. En total eran cinco sujetos; tres mujeres y dos hombres. Ulbrina era una de ellos. Sus nombres eran Meiro, Advet, Samella y Roondha, aunque estaba seguro que pronto olvidaría sus nombres.

Con todos reunidos, planeamos lo que haríamos para sacar a Nievke del escondite de los alforjas. Filger se marchó pues tenía una cita que atender con alguien del clero. El padre tenía que continuar con su investigación y nosotros teníamos que dejar su casa pronto para no levantar sospechas. Antes se comunicó con Karvinya, quien a los pocos minutos habló conmigo.

Estoy muy enojada contigo—fue lo primero que dijo. La exorcista llegó personalmente a la casa del padre para reprenderme como si fuera un niño—. Ya me dijo Soryja que desconfías de mí.

Desconfío de todo el mundo, hasta de mi propia sombra.

Renhia, sé que tienes muchas dudas y créeme que yo también, pero de algo puedes estar seguro. No te traicionaría y mucho menos te pondría trabas en tu camino. Quiero ayudarte, en serio, pero para eso tienes que ayudarme.

Chisteé.

—¿Ayudarte cómo? Dime, ¿acaso sabías lo que le habían hecho de pequeña a Nievke?

No sabía...

¿En serio?

¡Por supuesto que no! ¿Cuándo te he mentido?—se molestó—. Cierto, te he ocultado cierta información ¡pero nunca te he mentido! No sabía nada de Nievke y esa es una verdad rotunda. Sentí la energía de Ingel en ella y supuse que era él encarnado, así como tú lo pensaste, ¡pero nunca pensé que sería otra cosa más escabrosa!

Karvinya suspiró, llevándose las manos en la cabeza con expresión enfadada. Tomó aire, intentando calmarse lo más que podía.

Investigué sobre Ingel. La iglesia no tiene más que lo básico sobre él, casi nada. Creerme, Renhia, no encontré nada sobre ese programa ni sobre implantaciones de demonios. La iglesia no dejaría esos documentos tan libres para que cualquiera los leyera—tomó una bocanada de aire para proseguir—... Renhia, desde que te conocí.... Desde que Osgar murió me dispuse a ayudarte a encontrar una solución para tu maldición y es lo que he seguido haciendo todos estos años. Cuando apareció Ingel de nuevo pensé que sería una buena oportunidad para encontrar la cura, pero al igual que tú, topé con pared al ver que el Ingel que había aparecido no se acordaba de nada. Estos quince años en lo único que he estado enfocada es en encontrarte una salida a tu maldición y no me he interesado en otra cosa más que en eso. Ni siquiera en Ingel. O en Nievke.

¿Por qué? ¿Por qué poner tanto énfasis en mi maldición? —no pude evitar preguntar.

Porque eres único en el mundo—emitió con seriedad, sin ningún tono de que estuviese bromeando. Eso me creaba más dudas ¿Único? ¿Yo? Que tontería—... Hay algo que debes saber sobre ti, pero... ahora no es el momento para hablar de eso. Estoy muy molesta con ustedes dos. Uno de mis mejores hombres está con los alforjas y el otro desconfía de mí.

Refunfuñó.

Después de esa corta conversación la exorcista se fue, dejándome con una nueva duda. Ella iría al escondite de Ghyok para seguir con su investigación.

No podía seguir desconfiando en ella. Los motivos no eran suficientes para hacerlo.

Ignes se unió al equipo aun cuando le dije reiteradamente que no lo hiciera. Era terca a más no poder. La chica lucía mejor, aunque lucir mejor a estar preparada para regresar al campo de batalla eran dos cosas completamente diferentes. No estaba de acuerdo con que regresara al equipo, pero ella tomó su decisión. Intenté hacerla entrar en razón, cosa imposible. No iba a cambiar de opinión, no importaba cuanto se lo pidiera.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora