El trayecto me pareció largo, demasiado. Bajé del auto viendo parada en la entrada del edificio rojo a Ignes. En cuanto me vio sonrió. Vestía un short corto de mezclilla y una blusa holgada blanca.
—No pudiste dormir nada, ¿verdad? De lo contrario no anduvieras en la calle tan temprano.
—Fui a ver a Leida. Quiere que vayas a verla.
—Qué bueno que fuiste. Luego voy a visitarla. ¿Y tú carro?
—No quise manejar, además es muy difícil encontrar estacionamiento en el circuito.
—Claro—asintió a lo bajo—... Bueno, vayamos a comer algo. Conozco un lugar aquí cerca.
—Ignes...
—No te pido más, Renhia además como te lo dije por teléfono, necesito hablar contigo y me gustaría hacerlo a solas—bajó su mirada—. Lo estuve pensando y...
—Ok. Vayamos.
La chica sonrió. No era una conversación para tener en medio de la calle, aunque tampoco en un restaurante familiar. Como sea. Seguí a la rubia, caminando dos cuadras al oeste hasta el pequeño local. Había pocos comensales. Ocupamos una mesa cerca a la ventana. La mesera llegó, dejando los menús sobre la mesa.
—Entiendo que te preocupe dejarla sola.
—Es precaución, Ignes.
—Claro. Ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos, ¿no? —resopló.
La mesera regresó, tomando nuestra orden.
—Me traes un café, un jugo de naranja y pancakes de avena, por favor.
—Siempre desayunando dulce—expresé—. Para mí un café y un omellete de espinacas con hongos, por favor.
—A la orden.
—Que milagro que pidas algo de comer.
—Bueno, después de la regañada que me dio Leida me da miedo que me acose para que coma.
—Pues qué bueno que lo hizo.
Pasaron unos minutos cuando la mesera volvió con los cafés y el jugo.
—No hablé con Karvinya como te lo dije—empezó a decir—. Sin embargo, las dudas que tengo respecto a ella siguen muy latentes. Entiendo que es importante que no permitamos que caiga en manos equivocadas, pero después de lo de anoche no puedo evitar pensar en lo que nos puede hacer si pierde la cabeza, y siento que eso no te interesa en lo más mínimo, Renhia.
—Te equivocas.
Le eché leche. No me gustaba el café muy amargo. Mi gastritis se activaría y no podía pasar la noche con ese malestar.
—Pues no lo parecía ayer. La chica se comió a diez demonios. Diez. No es cualquier cosa.
—Sí, pero no nos hizo nada. Eso demuestra que tiene autocontrol.
—Claro, ¿y por cuánto tiempo? —preguntó molesta—. Nada nos asegura que no intentará matarnos. Si no lo ha hecho aún debe ser porque quiere que confiemos en ella primero.
—No me parece que esa sea su intención.
—¿Ah no? ¿Acaso ya la conoces bien como para dar esa deducción? —enarcó una ceja.
—No, no la conozco en lo más mínimo, pero lo que dice, como actúa... Tú no has hablado con ella por eso no puedes saberlo. Justo ayer me preguntó porque no había salvado al esclavo de Waigher—hice una pausa. La mesera arribó de nuevo con nuestra orden. En cuanto se fue proseguimos con el tema—... La verdad es que no sé ni que pensar de ella. Solo sé que no es como los otros demonios, como el Ingel del pasado y, además, parece que esa fue su primera vez alimentándose como tal.
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-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21
ParanormalRenhia van Hilmmerd, conocido por todos como el Verdugo Carmesí es el mejor cazador de demonios que existe, sin embargo carga con una maldición que pinta su piel, acortando su vida lentamente. Por 15 años ha estado en busca del causante de su maldic...