Capítulo 13: Fiesta borgoña

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Tomé dos pastillas más. El dolor se había hecho más fuerte y el más mínimo ruido me molestaba. Las malditas píldoras eran un fraude. No importaba si me tomaba todo el frasco, no serviría de nada, pero no podía evitar tener fe en ellas. Era un estúpido desesperado y Leida aún no tenía lista la medicina que supuestamente me daría para mi mal.

Resoplé molesto, sin saber qué hacer. Últimamente los dolores iban en aumento y lo peor, duraban más de lo habitual lo cual me hacía preguntarme si no tenía que ver con mi maldición.

Nievke no tenía mucho de haberse levantado y ya se estaba alistando por si saldríamos, aunque sinceramente no tenía ganas de ir a ningún lugar.

La chica salió del baño, secando su larga cabellera. Ya se veía muy cómoda aquí y no sabía si eso era bueno o malo.

—No te ves nada bien.

—Gracias por notarlo—respingué sarcástico, prendiendo un cigarro. Mi celular comenzó a sonar, lastimando mi audición y por lo consiguiente mi cabeza que intensificaba el maldito sonido infernal. De manera rápida para acallar el sonido agarré el aparato, viendo en la pantalla el nombre de Ignes.

—¿Qué pasó?

Deposité la ceniza en el cenicero.

—¡Ren---, ven rap----- —habló apresurada, lo que hacía que el entenderle fuera complicado—, por favor!

—Ignes, ¿qué pasa?

Hija, ¿quiéne---? -----

¡Mamá!

La chica gritó y a lo lejos se podía escuchar risas, diversas voces y mucho ruido y golpes los cuales no eran claros. Oía la entrecortada voz de mi compañera, como si estuviera peleando contra algo.

—¡Ignes! ¡Dime dónde estás!

—¿Qué pasa? —preguntó Nievke consternada

Tomé mis armas, yendo por las llaves del auto rápidamente.

—¡Ignes! ¿Qué está pasando? ¿Dónde estás?

Mierda, ----erda... están ----quí, Renhia... Están ----mi ca-----...

La estática empeoró. Salí corriendo hasta el estacionamiento. Nievke me siguió. Seguí atento al sonido del otro lado del teléfono, cuando un fuerte golpe sonó para luego desaparecer la estática.

¿Con quién hablas, cariño? A ver, dame el teléfono—pronunció una voz de mujer.

¡No te me acerques, maldita! —gritó mi compañera. Estaba llorando.

—¡Ignes!

Shhh... es hora de la diversión.

En cuanto encendí el auto la llamada se cortó.

—¡Carajo!

Llamé de nueva cuenta, pero el celular estaba apagado. ¿Qué carajos estaba pasando? ¿Se trataba de un demonio? ¿Sería Aria? Teníamos tantos enemigos que ni sabía por quién empezar. Manejé sin cuidado alguno, tomando las calles principales y rompiendo cada una de las reglas de tránsito. Esquivé a distintos carros que estorbaban mi camino, acelerando a cada cuadra que pasaba. Los cláxones de múltiples conductores molestos se quejaron.

—¿Qué pasa? —Nievke quería saber.

No contesté. Metí la velocidad, girando iracundamente ante las miradas sorpresivas de varios transeúntes. Miré por el retrovisor. A lo lejos las luces de los policías se acercaban.

Gruñí; lo que me faltaba.

Tomé mi celular, marcándole a Soryja.

No sabía que me extrañaras tanto.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora