Capítulo 1: El encuentro con la musaraña

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Noviembre, el mes que más odiaba.

La lluvia caía con violencia, matando los colores para convertirlos en fríos destellos irreales. Después de tantos años finalmente lo había encontrado. Finalmente había dado con el desgraciado que me había maldecido.

Sinceramente pensé que este día nunca llegaría. El muy maldito era muy escurridizo y le encantaba jugar a las escondidas conmigo. Lo odio tanto. Gracias a él mi vida se ha convertido en un verdadero martirio, acortando mi tiempo.

—¿Estás listo? —cuestionó mi acompañante y mi mano derecha. Su nombre era Ignes. Conocí a la chica en mi búsqueda por la ciudad destruida de Ligeria cuando ella tenía 14 años. Desde entonces me acompaña a donde vaya. La chica de cabellos largos ondulados de tono dorado y de ojos azules se aproximó a mí, viéndome con detenimiento.

Tiré el cigarrillo que tenía entre mis dedos, exhalando su humo en el proceso.

—Por supuesto.

Empapándonos por completo cruzamos la calle, llegando frente a una casa antigua de dos pisos. Esta era la única con las luces prendidas de toda la cuadra. Eran las dos de la madrugada.

Ignes tocó a la puerta. De inmediato esta se abrió, asomándose una señora mayor de cabellos grises. Se notaba asustada. Y visiblemente cansada.

—Los estábamos esperando—dijo con la voz casi inexistente—... Entren.

Hicimos caso, arropándonos de la fría lluvia. La señora estaba acompañada de su esposo y otra chica joven que probablemente se trataba de su hija. Inspeccioné la casa con velocidad. Era muy elegante. Eran una familia adinerada. Gracias a otro amigo obtuve la información de que esa escoria se escondía en este sitio. Los dueños deseaban que lo sacáramos de aquí y no era para menos. Tener a un demonio en tu casa era lo peor que podrías desear como huésped.

—¿Dónde está? —pregunté directo, sin escalas.

—Arriba. Está en un cuarto. Lo llevaré.

—Ignes, quédate aquí.

—Ok.

La señora me indicó el camino. Me percaté que cargaba con un rosario entre sus manos que no dejaba de mover. Rezaba en sus pensamientos. Atravesamos la sala para dar con una serie de escaleras las cuales subimos. El silencio que gobernaba la casa era espectral y por un instante tuve escalofríos, aunque estos se combinaban con la emoción del poder que me daba finalmente capturarlo.

—Aquí es.

Nos detuvimos la habitación que se encontraba más al fondo. El frío que se dejaba sentir por debajo de la puerta era intenso. Sin lugar a dudas él se encontraba dentro.

—Gracias. Ahora puede regresar—me dirigí a la mujer.

—Por favor, tenga cuidado.

—No se preocupe—indiqué. Sabía perfecto lo que hacía.

La señora dio media vuelta, acongojada, regresando con los demás.

Tomé otra bocanada de aire, abriendo la puerta lentamente. El cuarto era gobernado por la oscuridad pesada. Una ráfaga de viento helado entró por una de las ventanas que yacía abierta de par en par. En cuanto entré a la habitación la puerta se cerró, siendo arropado por la oscuridad de manera veloz.

El silencio era aterrador. No hice movimientos bruscos mientras dejaba que mi vista se acostumbrara a la penumbra. Pasados unos pocos segundos escuché un distante sonido que me indicaba que no me encontraba solo. Lo seguí, hasta la esquina superior izquierda. La habitación era grande y podía ver la silueta de algunos muebles, entre estos, alguien que estaba de frente a la esquina de donde aquella resonancia provenía.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora