Los rayos del sol brillaban intensamente. Abrí los ojos, viendo a Nievke sentada en un sillón, mirando a través de la ventana. Se veía tranquila, con el brillo solar iluminando su rostro.
La miré fijamente en silencio. La miré largo y tendido. Sonreía al ver a las personas pasar por la calle, como si algo divertido estuviera ocurriendo y quizá no era divertido en sí, si no interesante ante sus ojos. La vida cotidiana era algo que Nievke anhelaba más que nada y era algo que me hubiera encantado poder darle.
Lo simple y normal no era para nosotros, desgraciadamente.
Me percaté, también, que ahora estaba usando un suéter tejido blanco y un pantalón negro. Acomodó su largo cabello sobre su hombro derecho, cuando volteó, sintiendo mi mirada en ella.
Sonrió.
—Hola, buenos días. ¿Cómo te sientes?
—Descansado.
—Qué bueno—se puso de pie, viniendo a mí—. Necesitabas descansar. No duermes mucho.
—Lo sé... ¿Qué hora es?
—No sé. Quise ver el reloj en tu celular, pero no sé cómo prenderlo. Ten.
Encendí la pantalla. Eran las doce del día. Sí que había dormido bastante. Tenía que cargar el aparato. Estaba a siete por ciento, a nada de apagarse.
Me senté, haciendo a un lado las colchas.
—¿Cómo te sientes? —cuestioné interesado.
—Bien. Normal—se encogió de hombros—. No siento ningún cambio. No sé si sea bueno, pero... Estuve revisando el cuarto y encontré un clóset con mucha ropa. Tomé esto de ahí, espero no se molesten.
—Lo dudo.
—¿Qué vamos a hacer mientras esperamos a que nos llame Irnka? —quiso saber. Su piel se notaba mucho más tersa que antes. Más sana.
En verdad estaba embelesado por ella, lo cual era una completa locura.
—No lo sé. Supongo que hasta que Irnka no nos de la caja esa seguimos con la protección de Agnet.
—Hmmm... —bajó la mirada, meciéndose lentamente en su lugar. Quería decir algo, pero no estaba segura de hacerlo.
—¿Qué tenías en mente? Dime.
—No, pues.... ¿Será que podamos dar una vuelta por la ciudad, aprovechando el cuidado de Agnet?
Debí haber sabido que ese sería su plan. Bueno, otorgarle un poco de tranquilidad no sonaba nada mal.
Me levanté, estirándome. Unas horas sin eventos masivos sonaba genial hasta para mí. Creo que no recuerdo la última vez que tuve un día así.
Como dijo Nievke, en el armario había mucha ropa y no solo femenina. Me di cuenta que era ropa nueva pues tenían sus etiquetas. No me interesó si eran para nosotros o no, simplemente tomé un cambio. Había traído ropa, pero se quedó en el carro y sinceramente no sabía que tan lejos estábamos de donde lo dejé estacionado.
Comunicarme los chicos era prioritario, así que mandé un mensaje—encriptado—a Ijsey. La carga fue suficiente para enviar lo que me interesaba saber. Los mensajes encriptados eran para que los alforjas no supieran de nuestros pasos, más no para evadir a los demonios. Ellos no necesitaban de aparatos tecnológicos para saber dónde estábamos.
—¿Lista?
Nievke asintió, emocionada por el recorrido en esta gran ciudad.
Dejamos la habitación, tomando antes la llave que Brikka había dejado en la mesita cerca de la puerta. Bajamos las escaleras en forma de espiral, llegando a la recepción.
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-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21
ParanormalRenhia van Hilmmerd, conocido por todos como el Verdugo Carmesí es el mejor cazador de demonios que existe, sin embargo carga con una maldición que pinta su piel, acortando su vida lentamente. Por 15 años ha estado en busca del causante de su maldic...