Capítulo 23: Magenta y rojo

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—Pero que sorpresa o debería decir ¿casualidad? —volteé, tensándome. Blasferoth hizo su aparición junto a dos demonios más—un hombre y una mujer de cuerpo delgado y largo cabello blanco. El demonio rio, observando a Nievke. Chisteé. Su ropa—un traje sastre amarillo con camisa negra—estaba manchada de sangre—. Siento mi falta de cuidado, pero tuve que callar a Ghyok para que no salieras corriendo, Renhia.

—¿Qué....?

—No te preocupes. Creo que sigue con vida—sonrió grande, ensombreciendo sus ojos.

En cuanto me disponía a tomar mi arma un balazo se escuchó, parándome en seco.

—Lo siento, Renhia—dijo Ojam.

Así que él trabajaba para ellos. Pinche presentimiento certero.

—¡Maldito hijo de puta!

Ijsey aventó la taza de café caliente a Ojam. El detective disparó, dando unos pasos atrás para quejarse de la quemadura. Tomé mi arma, disparándole a Blasferoth, pero el demonio se protegió, matando a varios de los presentes.

—Veo que el juego ha dado inicio.

Algunos de los comensales gritaron, saliendo apresuramos del café. Otros se vieron en medio de la balacera y cayeron heridos—o muertos—al suelo, mientras otro grupo cambió su forma; eran demonios menores. Esos demonios eran Carroñeros cuya figura era una desfigurada y asquerosa. Formaban parte de la legión de Blasferoth. Los demonios se nos abalanzaron.

Este había sido un pésimo día para aceptar un refrigerio.

Antes de que pudiera disparar de nuevo, Nievke se interpuso en el camino, resistiendo el ataque. La chica hizo uso de su poder, haciendo estallar a unos cuantos demonios y dejando caer chorros de sangre magenta sobre nosotros.

Disparé en dirección de Blasferoth. El demonio se movió ágil, chocando contra mí.

—Realmente quieres pelear conmigo, ¿no es así?

—Me muero de ganas—ataqué.

Salió una nueva bala, rozando su cara. Blasferoth estalló de risa. Volví a accionar mi arma, disparando múltiples veces. Le aventé una de las sillas que el demonio fácilmente hizo a un lado.

—"Non Dráco Sit Míhi Dux, Váde Rétro Sátana!"

Pronunció Filger con su rosario en mano. Varias lanzas doradas aparecieron alrededor del líder, encerrándolo dentro de un escudo. Los acompañantes del demonio me atacaron, usando sus colas como aguijones. Pronto preparé el arma, disparándoles, pero para mí mala suerte las balas se acabaron. Una de las colas me tomó del tobillo, lazándome hasta el otro lado del mostrador. Ambos seres aparecieron frente a mí, continuando con los golpes. Golpeé a la mujer en el rostro con la pistola, poniéndome de pie. Nievke llegó, clavando a la pared al hombre demonio para luego atacar al otro ser.

Tomé mi segunda arma, disparándole al demonio hombre para acabar bien con él. En cuanto me disponía a matar al otro ser, una fuerte explosión hizo estallar los vidrios del sitio, sacudiéndonos violentamente. Sobre mí cayeron los estantes que resguardaban tazas de diferente tamaño. Mis oídos dolían por el estruendoso ruido y eso me mareó. Tosí, poniéndome de pie y aventando todo lo que me estorbaba. Algunas heridas se abrieron en mi piel, incrustándose pequeñas esquirlas de porcelana.

—¿Estás bien? —me acerqué a Nievke. Muy cerca de ella cayó la caja registradora y algunas máquinas de café. Ella asintió. Mostraba lesiones, aunque no eran tan graves.

—¡Eso no es suficiente, exorcista! —se escuchó la voz grave de Blasferoth que seguía luchando con Filger. Vi a Ojam tirado en el suelo. Sangraba mucho debido a las heridas provocadas por un arma blanca.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora