Capítulo 25: Entre la opulencia y la suciedad

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Recibí mensajes de diferentes personas contándome lo que había ocurrido hacía unas cuantas horas. Había sido todo un caos. Un caos de lo más terrible.

El doctor revisó a Ignes. Sus análisis salieron bien. Debía estar asistiendo a rehabilitación por algunas semanas, lo que era normal en su situación. Me alegraba tanto que estuviera bien. El ataque que vivió no fue nada sencillo.

Conversé poco con ella. Ignes deseaba ver a Renhia, pero él no estaba disponible y no deseaba alterarla al decirle lo que había ocurrido con su familia. Intenté llamar a Ghyok, pero me mandaba a buzón de mensaje. Después de unas horas supe que él también fue atacado.

No había nada más que pensar. La decisión fue tomada.

Tomé aire profundo, dejando el hospital. No quería dejar sola a Ignes, sin embargo, tenía que regresar al trabajo. Tenía que moverme.

Fui a casa. Me di un baño con agua caliente, limpié mi oficina y por último me dirigí al lugar que pensé no entraría jamás. Al menos no de esta manera.

La nieve se presentó, trayendo consigo un helado viento. La época de nieve se adelantó en la ciudad.

La verdad, estaba nervioso como nunca antes en mi vida. Eso era muy loco. He vivido tantas cosas y decir que esta experiencia era la que más nervio me daba sonaba algo inventado. Quizá no tenía tanto peso como otras cosas pasadas en mi vida, pero esta decisión lo cambiaría todo.

Mis manos temblaban y un dolor agudo en mi estómago se abrió paso. Tomé aire, mentalizándome.

Bajé del auto, cruzando la calle al gran edificio de diez pisos. La recepción me dio la bienvenida.

Me hubiera gustado ir a ver a Renhia antes, pero lo mejor era no hacerlo. No ahora. Llegué a la zona de atención. Un joven me atendió.

—Buenos días. Vengo a ver a Irkir de Soumkylgar. Soy Soryja Dawngah.

El joven me inspeccionó por unos segundos. Luego, agarró el teléfono. Marcó, aguardando la contestación del otro lado. Miré a mí alrededor mientras aguardaba.

Los alforjas eran estrafalarios. Lo sabía y aun así, me seguía sorprendiendo con su mundo. El edificio estaba revestido de mármol con detalles de madera. Había macetas con plantas frondosas y el piso estaba impecablemente pulido. Esto parecía todo, menos el cuartel de un grupo de cazadores. Bueno, se llamaban a sí mismos cazadores de élite. Así de egocentristas eran.

Tras haber anunciado mi nombre a la secretaria, el joven se dirigió a mi, colgando el teléfono.

—Piso ocho.

Dijo huraño y con expresión petulante. Mierda, hasta los empleados eran egocentristas. Que me lleva la mierda.

Me entregó un gafete en el cual se leía la palabra "invitado". 

Tomé aire.

Colgué el gafete en el cuello de mi chamarra. Fui hasta uno de los elevadores, oprimiendo el número ocho. Esperé. Las ganas de vomitar y el nerviosismo aumentaron. Respiré hondo. La tensión que sentía era despiadada.

Las puertas se abrieron de par en par. Di un paso afuera, mis pies caminando por el largo corredor cubierto de una enorme alfombra blanca. Todo gritaba opulencia. Me sentí mal por llegar tan mal vestido.

Llegué a otra recepción. Una chica de tez oscura atendía. En cuanto me miró dijo mi nombre. Asentí.

—Pase por aquí.

La seguí en silencio. Se detuvo frente a una puerta negra. Tocó delicadamente, anunciando mi nombre. Luego, la abrió.

Era hora de la actuación.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora