Epílogo: Luz de luna

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—¿De qué se trata? —pregunté. Ya era hora que hablaran del asunto principal. Kaín se sirvió licor de nuevo, tomando su lugar. Terminé el cigarro, apagándolo en el cenicero.

—Está claro que Lilith es uno de tus grandes enemigos. Conozco como se pone cuando quiere algo. Es un dolor en el trasero. Siempre amenazando, siempre jodiendo a otros—la cara que hacía Kaín al hablar de su ex mujer era oro puro—. Verás, hace tiempo en otro lugar, Lilith tuvo problemas con varios de sus hijos. Aclaro, sus, no míos. Ella ha tenido hijos con casi todos los demonios. Bueno, Nolasco estuvo presente.

—Lilith es un gran problema. Más que otro demonio, ella gusta por joderle la vida a todo al que pueda y desea tener la colección más grande de almas.

—¿Qué problemas tuvo? —preguntó mi esposa interesada en el tema. Yo no lo estaba del todo.

—Había un cuerpo que estaba destinado para una de sus hijas. Se trataba de un humano, pero uno de sus hijos se obsesionó con ella y rompió el mandato de Lilith, el tratado de su verdadera naturaleza, impidiendo que su hermana tomara aquel cuerpo.

—Los Harlic. Íncubos y súcubos que debían regresar al infierno para seguir la encomienda de Lilith, pero que ninguno deseaba acatar tal tarea. Estuve con ellos como su cuidador. Viví todo de primera mano, siendo testigo del amor entre un íncubo y una humana. Nasya Sykes, era el nombre de la chica que se encaprichó con el demonio y cuya vida estuvo llena de calvario y dolor, todo por un amor que no era más que una enfermedad. Aunque logré protegerla varias veces, Lilith la mató, reclamando su alma, sin embargo, esta regresó al ciclo de la vida para intentar ganarse la gloria.

—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —inquirí sin comprender ni un carajo. Nolasco prosiguió.

—Su esposo, Eben, asesinado por Lilith, yace en la parte más fría del infierno. La octava puerta. Él odia a Lilith por lo que le hizo. Mira, él tenía el alma de la chica, pero al morir la perdió. No hay ser que la odie más que él y sé que podría serte de ayuda.

—¿Un íncubo? —enarqué una ceja. Los íncubos no eran poderosos a comparación de otro demonio. ¿Para qué me serviría uno?

—Sé lo que piensas de ellos. Los íncubos absorben energía y para hacerlo es necesario que toquen al enemigo. No sirven mucho para la pelea, pero eso es porque no se han propuesto hacer otra cosa que no sea follar mujeres. Eben está condenado, siendo castigado todos los días por sus pecados. Conoce el infierno y conoce a Lilith de primera mano.

—Para empeorar su castigo, la señora Lilith enterró en su ser varias larvas para que lo carcomieran por dentro, no obstante, el íncubo aprendió a controlar esas larvas y usarlas como medio de resistencia—comentó Astrid.

—Con tiempo sabrá usarlo como medio de ataque. Esas larvas son almas errantes convertidas en demonios de bajo nivel. Son poderosos cuando sabes usarlos. Para que me entiendas, sería algo como la relación Ingel-Nievke, aunque esa es una relación más poderosa. Ingel es un goetia—emitió Nolasco. Cierto, no había comparación.

—Ok, pausa. Lilith será un problema cuando yo muera, pero ahora tenemos a otros demonios que están tras de nosotros. Blasferoth, Helkferotnh, esos sí son demonios que puedo encontrarme saliendo de aquí. Lilith por otro lado...

—Entiendo, pero es necesario tener un plan de emergencias en caso de que se le ocurra aparecer y atacar. Hay que estar preparado para todo.

—Claro. En ese caso, ¿qué pasa si Lilith se entera de lo que tramas? Pero antes de eso, ¿quieres sacar a ese íncubo de su calvario solo porque no pudiste salvar a su esposa? ¿Es eso lo que buscas? ¿Redención?

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora