Capítulo 37: La muñeca rota

45 2 0
                                    

Tras pasar unas horas más, la puerta se abrió. Gingel llegó justo cuando la wiccan salió del cuarto.

Durkya secó su frente con una toalla blanca. Las ojeras bajo sus ojos eran enormes y profundas. Pasó cerca de un mes encerrada, haciendo todo por salvar a Nievke, quien contaba con demasiadas heridas. Nos prohibió molestarla mientras estuviera la puerta cerrada y así lo hicimos, aunque honestamente, la paciencia no era mi principal virtud.

Su vestimenta azul celeste estaba manchada de sangre y un fuerte aroma a hierbas y químicos inundó la casa rápidamente. Mi corazón no dejaba de latir, deseoso de saber cómo estaba Nievke.

Me puse de pie en cuanto vi a la mujer salir de la habitación. Durkya esbozó una sonrisa que logró tranquilizarme un poco. Temía que en cualquier segundo se cayera del cansancio.

—¿Cómo está? —preguntó enseguida Gingel.

—Estará bien. Fue un proceso laborioso debido al estado en el que estaba, pero todo salió favorablemente. Es muy fuerte y su cuerpo reaccionó muy bien a los medicamentos—contestó la wiccan—. En unas horas más debe despertar.

—Muchas gracias, Durkya.

—No fue nada. Salvar vidas es mi trabajo. Ahora lo que necesito es un café bien cargado.

—Ya se lo preparo—dijo Damgial, yendo a la cocina.

—Muchas gracias.

—¿Puedo pasar a verla? —inquirí ansioso.

—Adelante.

Entré al cuarto blanco, caminando hasta la única cama dentro de la habitación que contaba con tres ventanas medianas resguardadas bajo cortinas blancas que dejaban entrar la luz del atardecer. El rostro de Nievke mostraba moretones. Varias gazas y vendas cubrían sus heridas más grandes. La hinchazón de su rostro bajó considerablemente.

Me acerqué a la chica que reposaba serena. Un suero de color lavanda pálido estaba siendo administrado por su brazo izquierdo. El olor a las diferentes hierbas usadas aromatizaba cada rincón de la habitación.

La puerta se cerró detrás de mí.

—¿Es tu hermana? —preguntó la wiccan, poniéndose frente a mí, del otro lado de la cama.

—No...

Respondí, sin quitarle la mirada a la joven chica. Acaricié su mejilla, feliz de tenerla a mi lado de nuevo, aunque la ira por haber permitido que la capturaran seguía muy presente. Las imágenes de ese video volvían a mí como latigazos, llenándome de odio hacia esas dos personas que tenía que encontrar a como diera lugar.

—Siento haber tardado tanto. Sus heridas eran muy severas y tenía que atenderlas minuciosamente. Es un milagro que haya aguantado tanto. Perdió mucha sangre y tenía varios huesos rotos, sin mencionar las demás heridas que le ocasionaron. Le realicé varias transfusiones de sangre. Quizá te preguntes de donde saqué la sangre si no salí de este cuarto por tanto tiempo—rio.

—Eres una wiccan. Tendrás tus maneras.

Dejar esta casa sin ser vista no debía ser problema para ella. La magia era todo para las de su clase.

—En efecto—asintió, prosiguiendo—. Puede tener la energía de un demonio, pero su cuerpo es muy humano. Es la primera vez que veo algo así. Llegó sin el brazo derecho y su herida ya estaba infectada, mostrando signos de gangrena por lo que tuve que cortar un poco más. Le administré bastantes medicamentos para deshacernos de la infección. Debido a la lesión en su pierna derecha tuve que amputársela. No había otra opción. Estaba completamente deshecha. Aun si intentaba salvársela no iba a poder moverla y la infección la atacaría inminentemente. Hay huesos que pude curar más fácil que otros, como la mandíbula y la nariz. Presentó una fuerte contusión en el cráneo del lado izquierdo... Bueno, fueron varios procesos los que tuve que realizar con ella. Explicarlo llevara tiempo.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora