Capítulo 20: Las lágrimas del demonio

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El sonido de mi celular me despertó. Ghyok me prestó un cable para cargar mi celular—de lo contrario la batería ya estaría muerta—. Tomé el celular del buró, leyendo un mensaje de Soryja. Preguntaba cómo estaba. Ya sabía sobre lo que había pasado. Bostecé, levantándome, sin así quererlo del todo.

Respondí el mensaje, preguntando también por Ignes. El chico dijo que su condición seguía siendo estable.

Miré el reloj; eran las cinco de la tarde. Fui al baño, lavando mi rostro. Eso ayudaría a quitarme el letargo del sueño de encima.

Suspiré, saliendo de la habitación.

Caminé hasta la cocina. Ghyok estaba sentado en el comedor, leyendo unos libros. Frente a él tenía una Tablet.

—Buenos días. ¿Cómo dormiste?

—Sorpresivamente bien—dije, tomando asiento.

—Pedí algo de comer. Está en la barra.

—Gracias. ¿Has encontrado algo?

—He encontrado algunos nombres de la lista que me diste. En cada libro los nombres son pronunciados de diferente manera.

—¿Y hay explicación de mis marcas?

—Estoy en eso, después de todo Ingel fue quien te puso la maldición, no esos demonios. Lastimosamente estos libros no hablan de Ingel. Debo ir a la oficina mayor de nuevo, a ver que encuentro.

—Ok.

—También voy a visitar a Aria. Quizá ya haya algo nuevo que contarte.

—Eso espero, aunque me interesa más saber sobre esos círculos.

—Déjamelo a mí—apuntó optimista—. En el cuarto hay ropa. Usa lo que quieras.

—Gracias.

—Es lo menos que puedo hacer por ti, Renhia. Te debo bastante.

—Ya vas saldando la cuenta, no te preocupes por eso—indiqué. Me puse de pie, tomando un vaso con agua. Ghyok anotó algo en la Tablet blanca, siguiendo con su investigación.

—Oh, pero que regalo tan divino—musitó el alforja. Giré. Nievke se acercaba a nosotros. La chica veía todo a su alrededor, queriendo reconocer el sitio. Vestía un mallón—bastante ajustado, el cual permitía ver el contorno de sus piernas a la perfección—negro y un suéter corto color blanco. Claramente el estilo había cambiado demasiado de lo que Ignes le había dado para usar. La chica me miró por unos segundos para luego bajar la mirada rápidamente—. Espera, quédate ahí. Déjame tomarte una foto.

Se paró Ghyok, agarrando su celular.

—Eres un depravado—solté, volviendo a tomar asiento.

—Oye, es normal admirar la belleza y anatomía de las mujeres.

—Claro, pero no tan cínico. Es increíble que tengas tantos estudios siendo tan pervertido.

Rio ante mi comentario.

—Eso significa que tú también lo haces, amigo.

—Lo hago, pero con clase—esbocé—. ¿Estás mejor?

Pregunté a la chica.

—Aun arde un poco, pero estoy bien...

—Volviendo a mí asunto. No te molesta, ¿verdad, Nievke? Que te tome una foto—insistió el alforja.

—Ah... Supongo que no...

—Increíble. Solo no le tomes a su rostro. No quiero que después este rondando no sé qué celulares.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora