Capítulo 15: Huída

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Fui hasta la habitación donde se encontraba Nievke. Estaba sola. Me percaté de algunos símbolos de protección en la puerta. Estos eran para avisar si alguien enemigo intentaba pasar. Eran obra de Karvinya.

Justo como lo había dicho la exorcista, la chica estaba acostada en la cama, completamente rígida con sus ojos abiertos de par en par. Era igual que el otro día. Me acerqué a ella, llegando hasta el filo del colchón. Su brazo derecho estaba enyesado y sus labios lucían pálidos.

—Nievke...

Los minutos pasaron en silencio. No podía dejarla aquí sola, mucho menos en su condición. Escuché los pasos y pláticas de las enfermeras. Repentinamente su mano tomó la mía. Volteé a verla; seguía sin moverse, o eso parecía. Sus labios se movían lentamente como si fuera una ilusión que mis ojos me hacían ver. Me incliné un poco, acercándome a sus labios para escuchar lo que decía—si es que podía lograrlo—.

Su voz era muy leve, por lo que me acerqué más.

—...Si tiene oídos, que no me oiga
Si tiene boca, que no me hable
Si tiene manos, que no me agarre....

—¿Qué demonios?

En cuanto me separé un poco, la chica me jaló hacía ella, cambiando de golpe su energía.

Lo que es mío a mi regresará, esta prisión no me contendrá más. Mata más, mancha más. ¡Por fin serás mío, Renhia!

Un grito sordo salió de la garganta de la chica—cuyos ojos habían cambiado de color—acompañado de varias carcajadas. Las uñas de la joven se incrustaron en mi brazo. Me zafé, alejándome un poco.

—Ingel....

Las luces del cuarto parpadearon, para luego explotar al igual que el electrocardiógrafo. Inmediatamente Mishkel y Ghyok entraron a la habitación.

—¿Qué mierda pasa?

De repente la energía cambió. Varios tonos de voz de sobreponían, siendo difícil de comprender. La risa se esfumó, dándole paso a un grito de dolor. Nievke pataleó con mucha fuerza, rompiendo en llanto.

—¿Qué demonios le pasa? —Mishkel estaba estupefacto ante la escena.

La chica tiró las sábanas, arañándose el pecho con violencia, abriendo con ayuda de sus uñas ligeras heridas. Tomé sus manos con fuerza para que dejara de lastimarse. Sus piernas iban de arriba abajo con gran fuerza, peleando contra alguien que nadie podía ver. Los pasos acelerados de las enfermeras se acercaban. No lo pensé más y quité el suero que penetraba su blanca piel, logrando que un poco de sangre fuera expulsada.

—¿Qué haces, Renhia?

—No la voy a dejar aquí.

—Pero...

—Ayúdame. ¡Rápido!

Mishkel cargó a la chica, saliendo él primero de la habitación. La electricidad se cortó, y después de unos minutos la luz de emergencia se activó. Ghyok y yo salimos, apresurándonos. Aprovechando el apagón sacamos a Nievke antes de que se alertara sobre una presencia demoniaca en el hospital. Tomamos las escaleras, bajando lo más rápido que podía. Mishkel se adelantó con Nievke.

—¿Te cargo para que bajes más rápido? —soltó Ghyok, jodiéndome.

—Cállate.

Llegamos al estacionamiento—viendo antes a los de seguridad corriendo, así como a los doctores y enfermeras por todo el recinto, checando a los enfermos más graves—, donde Mishkel ya nos esperaba en el carro.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora