Capítulo 36: Después de los hechos

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Los días trascurrieron. Veinte días para ser exactos.

Nos encontrábamos ahora en casa de Gingel, la cual se encontraba al sur de la ciudad, en las afueras de esta. Después de lo sucedido en la villa de los alforjas, nos separamos. El grupo de exploradores—exceptuando a Ulbrina—regresaron a sus trabajos bajo el mando de Filger después de sanar sus propias heridas. Los demás—Damgial, Ignes, Ijsey y Nolasco—vinieron con nosotros.

Tras el escape desperté en la casa del ángel caído sin recuerdo alguno de lo ocurrido tras haberme encontrado con Kali. Según lo que Ignes me contó fue que me volví loco por un corto lapso de tiempo y ataqué a Kali, dejándolo casi muerto. Realmente no recordaba nada, pero si lo había hecho entonces no me arrepentía.

Kali se merecía lo peor y aún me faltaba encontrar a Ojam.

Lo único que sabía era que regresé en si tras haber soñado con Ingel. De nueva cuenta tuve una transferencia de sueño, como la había llamado Waigher y estaba claro que todo tenía que ver con Ingel y lo que le habían hecho a Nievke dentro de ese programa de experimentación.

Lo que no tenía respuesta era por qué podía mantener esas transferencias con Nievke. Ella estaba conectada con Ingel. Yo no tenía nada que ver con eso. ¿Por qué podíamos conectarnos?

No lo entendía.

Mis heridas fueron curadas en cuanto llegué a la nueva casa. La herida de Ignes no había sido tan grave, lo cual me calmó bastante. Esa era una de las razones por las que no quería que regresara al trabajo, pero Ignes era muy testaruda.

Debo decir que en lo que cabía, todo salió bien, aunque, los alforjas pudieron hacernos la vida más imposible ahí dentro. Algo no estaba bien. Los alforjas no actuaron como debieron. Presentía que sabían que iríamos.

No. Esperaban que fuéramos ahí. Esperaban que rescatáramos a Nievke.

¿Por qué?

De nuevo esa era la pregunta principal.

Era muy probable que quizá tengan otro plan en manos... Quizá estaban guardando algo más grande que Nievke o ya habían conseguido lo que querían de ella—que dudo mucho fuera el caso—. Demasiadas dudas. Tanto jodieron por capturar a Nievke y no se hicieron nada por retenerla con ellos.

Demasiado extraño.

Como fuera, estaba tranquilo porque Nievke dejó ese detestable sitio.

Al cuarto día recibí un mensaje de Soryja—encriptado—donde me decía que estaba bien. Se encontraba en el hospital e Irkir lo había visitado. Decía que no se notaba molesto, al contrario, estaba feliz porque las cosas iban según lo planeado. Eso connotaba que tenían más secretos que estaban resguardando celosamente y mis conjeturas no estaban equivocadas.

Gingel llamó a una wiccan para que viniera a curar a Nievke, quien no despertaba aún. La mujer no tardó en venir. Se notaba mayor que Leida, quizá de unos cuarenta y tantos años. Vestía una bata blanca; trabajaba en un hospital—a diferencia de Leida que ofrecía sus conocimientos en el Círculo Diamante—.

Durkya—ese era su nombre—se encerró con Nievke al llegar a la casa. El silencio era agobiante y la espera por saber cómo estaba la chica me estaba matando internamente. No me separé del cuarto de Nievke desde que desperté. Estaba ansioso, angustiado y molesto. Molesto conmigo mismo por haber sido capaz de dejar que le hicieran tanto daño, pero pensar en eso no me traería ninguna tranquilidad, mucho menos quitaría el hecho de lo que le pasó.

Damgial tomó asiento a mi lado. El chico no hablaba mucho, simplemente me acompañó en silencio. Según él, Waigher le había dado órdenes de quedarse conmigo el tiempo que fuese necesario.

-Envase de Oro- #1 El tiempo de la crisálida© /COMPLETA✓✓✓/ +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora