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La cena con sus padres había sido amigable y amorosa, algo que no había recibido en mucho tiempo pero que lo tenia bastante feliz. Recibir las palabras de afecto de su madre y las de orgullo de su padre, fue algo que hizo que su corazon se sintiera calientito, totalmente cómodo con la idea de estar rodeado de amor y aceptación.

Sí, tal vez todavía no había salido del closet con su padre, pero recibir el cariño, orgullo y la aceptación de su madre era más que suficiente para su corazón en este momento.

Sentía que, después de haber sido sincero consigo mismo, ya podía empezar a aceptarse.

De hecho, ese sentimiento era algo nuevo para él, ya que ni siquiera en su adolescencia se le pasó por la cabeza el empezar a aceptarse a sí mismo, demasiado preocupado con la idea de decepcionar a sus padres pero hoy, con veintiocho años ya vividos, puede levantar la cabeza y empezar a amar y aceptar cada parte de él. Hoy por fin entendió que nunca era demasiado tarde para aceptarse a uno mismo y está feliz de haberse dado cuenta de ese hecho.

Lo mejor de todo, era que realmente hablaba en todo sentido a la hora de decir que empezaría a a amarse y a aceptarse, ya que también estaba dispuesto a abrazar y perdonar el pasado que, de alguna forma u otra, lo atormentaba; empezar ha no sufrir por sus errores, sino aprender de ellos.

Incluso podía sentir que la cama era mucho más cómoda que antes, tanto como hace tanto tiempo atrás como ahora en la actualidad, se podía sentir más cómoda.

Ahora estaba acostado en la cama que estuvo utilizando durante toda su vida hasta que se marchó de la casa de sus padres, así que era como recibir un golpe de nostalgia y melancolía al estar de nuevo acostado en esas sábanas que seguían teniendo el mismo aromatizante que hace tantos años atrás. De hecho, estaba a punto de quedarse dormido por ese mismo aroma, bastante arrullado por él, pero el constante ajetreo que traía su hijo en su habitación le quitaba cualquier pizca de sueño que podría tener.

Ese niño estaba de arriba para abajo viendo qué cosas tenía su padre en la que alguna vez fue su habitación, aprovechando el hecho de que había dormido casi toda la tarde y ahora estaba al tope de energía como para no dormir toda la noche, si es que se lo proponía.

-Oye papi, ¿qué es esto? -le preguntó mientras señalaba la guitarra acústica que tenía en una esquina de la habitación, lleno de curiosidad por ese instrumento.

-Es una guitarra, Binnie, puedes tocar música con ella -le aclaro desde la cama, ya medio dormido pero intentando ponerle atención.

-Ohh... -murmuro como respuesta, totalmente embelesado por el instrumento pero, pronto algo dorado llamo su atención-¿Y eso qué es? -señalo las tres medallas brillantes que tenía su padre en un estante algo lejos del niño.

Con los ojos entreabiertos y bostezando, JungKook le respondió:

-Medallas, mi vida, papá las ganó cuando era joven.

-Ahh... -asintió varias veces, como si hubiera recibido una información crucial.

El niño siguió vagando por la habitación de su padre, preguntando hasta por los codos por cada cosa que le parecía interesante y el pobre JungKook, ya a duras penas e incluso con los ojos cerrados, le contestaba de manera difusa, vaga, sin entrar en muchos detalles por el sueño que lo consumía.

Hasta que su hijo le pregunto por algo que ni siquiera él estaba al tanto.

-Papi, ¿y este osito? ¿Es tuyo? -pregunto interesado, sosteniendo en sus manos al osito mientras le intentaba quitar el polvo con suaves golpes.

La mención de un peluche llamo un poco su atención, ya que él no recordaba que tuviera peluches en su habitación, así que, con movimientos lentos le indico a su hijo que se acercara para poder ver al osito. Al principio su mirada estaba borrosa, sin captar realmente lo que tenía en frente ni porqué ese muñeco afelpado estaría en su habitación. Sus ojos rondaron al juguete hasta que algo se volvió demasiado notorio como para ignorarlo.

¡Papá! ||| KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora