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YoonGi estaba estresado, demasiado mientras manejaba a una velocidad considerable para poder llegar al hospital más cercano. Su visión era borrosa de vez en cuando, lo cual aumentaba su estrés por miedo a tener algún accidente, y junto a eso, se sumaba la preocupación que le generaba JungKook. Su corazón estaba loco, sus latidos casi que evitaban que escuchará algún otro sonido del exterior.

—Me desesperas, te odio, me caes mal... —murmuraba lleno de nervios YoonGi, mientras manejaba por las calles de Seúl—¿Por qué tuviste que esperar a llegar a esto...? —siguió murmurando, estaba entre enojado y preocupado.

JungKook lo escuchaba lejano, a pesar de que lo tenía a lado suyo. Quería decirle a su amigo que no se preocupara, que estaba en perfecto estado pero que su vista se fijara en la ventana y viera los constantes reflejos coloridos de las luces de los autos o de la misma ciudad, lograron que el dolor de cabeza se acentuara e incluso empezó a sentir náuseas. A tientas, busco bajar la ventana del auto pero por alguna razón, simplemente no hallo la manera de hacerlo.

—B-Baja la ventana... —le dijo casi a susurro, soportando las náuseas.

—¿Eh? —YoonGi lo volteo a ver y al momento de hacerlo, se arrepintió al instante, ya que lo encontró aún más pálido que antes. Su rostro se deformó en una mueca de preocupación, tanto que ya no pudo esconder esos pequeños sollozos que iba aguantando desde hace rato—¿Q-Qué? ¿Qué tienes?

—Ventana... —señaló al cristal, con mucho esfuerzo.

YoonGi acato lo pedido al instante y bajo la ventana lo más posible, para que JungKook recibiera todo el aire que necesitaba. Volvió su vista al frente y, silenciosamente, dejo salir ciertas lágrimas traicioneras, su corazón estando demasiado angustiado como para fingir que no estaba llorando por el hombre que estaba a su lado. Nunca imaginó que volverle a hablar a ese tipo que se notaba a leguas que necesitaba un abrazo, lo llevaría a estar manejando como un loco a las doce de la noche, buscando el hospital más cercano mientras iba regañando al otro por descuidarse a tal punto.

Sus ojos rasgados, llorosos y tratando que su vista no sea borrosa, miraron de reojo a JungKook, encontrando la escena de un JungKook recargo en su asiento, con sus ojos cerrados mientras recibía el viento, incluso la palidez que se había agregado hace un momento a su piel, se fue desvaneciendo; seguía pálido, demasiado, pero no tanto como hace poco.

—Estoy despierto... —le murmuró, después de sentir varias veces una mirada ansiosa en su persona.

Él, de verdad, creía que no estaba tan mal. Estaba consciente de su entorno y de sí mismo, lo único raro es que sentía que todo le daba vueltas.

—Ya no hables... —le susurró, no por quererlo callar, sino para que guardara sus energías.

No creía poder soportar ver a JungKook perdiendo el conocimiento, así que, por su propia salud mental, lo callaba para evitar futuros incidentes.
A pesar de que le haya pedido silencio de su parte para preservar sus energías, le dió la desventaja de tener que revisar a JungKook en cada momento para asegurarse que esos ojos cerrados sean por desición propia y no por voluntad de su salud.

De pronto, por fin después de diez minutos pudo encontrar un hospital, que tenía un enorme letrero sobresaliendo diciendo justo eso.

—Ya llegamos, JungKook —le dijo emocionado, volteando a ver al otro y encontrándose con una sonrisita, que le regalaba como forma de corresponder su emoción.

YoonGi, lleno de esperanza, dió la vuelta para llegar al hospital y entro a su aparcamiento, en donde estacionó su coche sin tener cuidado alguno sobre si lo había hecho bien o no. Pronto, salió del coche y fue hacia JungKook que, entre inútiles intentos, intentaba abrir la puerta del coche por sí mismo pero no lo logro, ya que justo cuando hallo la manija casi se va a de boca contra el suelo, ya que YoonGi abrió sin previo aviso su puerta y, de igual forma, lo tomo por la cintura para llevarlo a paso lento hacia la entrada del hospital.

¡Papá! ||| KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora