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Era curioso como un hombre tan reservado como JungKook, fuera tan transparente como un libro abierto a la hora de expresar sus sentimientos, era como si él simplemente no se diera cuenta de los corazones alrededor de su cabeza mientras iba hacia el niñero. De verdad, YoonGi podía jurar que empezaba a ver una  cola moviéndose de un lado a otro en la retaguardia de JungKook, lleno de felicidad.

Hace tan solo unos momentos parecía muerto en vida pero, ahora parecía una flor que apenas acaba de germinar, totalmente lleno de vida.

—¿Cómo les fue? —preguntó TaeHyung en voz baja, evitando despertar al niño.

—Estoy bien —aseguro JungKook al instante, sin decir nada que pudiera preocupar al otro.

YoonGi lo miro con incredulidad desde atrás, incluso con algo de gracia porque... ¿A quién fue que le diagnosticaron anemia, y le ordenaron hacerse un electrocardiograma más una cita a un neurólogo? Definitivamente, eso no parecía estar "bien", al menos a sus ojos.

TaeHyung, en cambio, lo miro dudoso cuando recibió aquella respuesta apresurada asegurando un bienestar que dudaba que existiera, ya que, podía notar como sus pasos no eran del todo seguros, sino más bien tambaleantes, junto con su palidez anormal que aún no abandonaba su piel. Su mirada almendrada se dirigió por encima del hombro de JungKook para mirar a YoonGi en busca de una respuesta más sincera, pero solo obtuvo un ademán de parte del otro, como un acuerdo tácito en que le siguiera el juego.

—¿En serio? —dejo de mirar a YoonGi y, con una leve sonrisa, le siguió el juego a JungKook, quién asintió sin dudarlo—Me alegro mucho, estaba preocupado.

JungKook soltó una risita algo atontada, ¿acaso la pastilla para el dolor de cabeza lo dejo así? YoonGi tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Tanta fue su impresión que tuvo que sentarse apenas vio un sofá cerca de él, rendido ante el estrés emocional al que fue sometido hace unos momentos. Nunca había tenido la oportunidad de sentir el miedo de perder a alguien tan latente, tan cercano a su realidad, que ahora necesitaba un descanso de la vida misma, queriendo estar indispuesto al menos por unas horas.

JungKook se sentó en el mismo sofá que TaeHyung, sus movimientos siendo cuidadosos para poder darle el suficiente espacio personal para que su presencia no se convirtiera en una incómoda molestia. Ya no se sentía tan mal, ni sofocado como hace unos momentos se sentía, y en cambio, empezaba a sentir ciertas molestias en su vientre, como si unas molestas mariposas se adueñaran de su estómago, ¿podría ser que le había caído mal aquella ensalada? Negó mentalmente, aquella comida estaba llena de verde, no podía creer que algo sano, en realidad fuera insano para él, eso sería lo último que le faltaba.

—¿Fue pesado? —le preguntó JungKook, refiriéndose a su hijo.
Si no recordaba mal, las cosas entre su hijo y su niñero habían estado un poco tensas al final del día, así que estaba un poco preocupado.

TaeHyung tardo unos momentos en responder, dudoso de contar la verdad o de decir una mentira piadosa a su favor para evitar preocupar a JungKook. Entre un serio debate de parte de su ángel y su diablo en cada respectivo hombro, TaeHyung término por elegir la segunda opción, a favor del bienestar de todos.

—... No, todo bien —asintiendo, más para sí mismo que para JungKook—. En realidad, apenas se acaba de dormir... Le costó mucho hacerlo.

Quería evitar, al menos por el momento, generarle algún estrés emocional a JungKook revelandole que su hijo prácticamente no había sido capaz de parar su llanto, expresando su preocupación por su padre cada que podía con tristes lamentos y balbuceos. Sentía que, solo por esta vez, por este momento, era buena idea omitir cierta información para preservar esos buenos ánimos en JungKook.

¡Papá! ||| KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora