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JungKook sonrió a su reflejo en el espejo cuando escuchó el timbre sonar a las siete y media en punto como lo había hecho en toda esa semana que había transcurrido. Acomodó el reloj plata en su muñeca y tras darse una checadita en el espejo, decidió ir abrirle al niñero.

En toda esa semana que había transcurrido no sé había preocupado por ese incesante sentimiento de confusión que lo avargaba cada que vez que su mirada caía en TaeHyung, simplemente había estado disfrutando de su compañía en los momentos libres que tenía. Incluso podía decir que eran hasta amigos.

- ¿Est- - fue interrumpido apenas entre abrió la puerta de la habitación de su hijo para checar, como siempre, que se estuviera arreglando y no hubiera dormido esos cinco minutos más.

- ¡Ay, ya voy papá! - JungKook se encogió en su lugar al escuchar el grito agudo que pego su hijo.

No lo culpaba, lo había molestado juguetonamente en todo lo que llevaba la mañana. Suponía que al final si había desesperado a su hijo.

- Bueno perdón... - esta vez murmuró a la vez que cerraba con lentitud la puerta.

Ya sin distracciones bajo con rapidez las escaleras, saltándose los dos últimos escalones para llegar más pronto a la primera planta. Llegó a la puerta, tomó una pequeña respiración y por fin abrió la puerta.

Desde que TaeHyung había comenzado a trabajar en la casa de los Jeon, JungKook había tenido la oportunidad de apreciar la relajante y curiosa escena de un rubio jugando o simplemente viendo la pequeña mariposita azul que siempre revoloteaba cerca de él. No quería admitir ni negar nada pero secretamente esas escenas mañaneras se habían convertido en una de sus favoritas.

Era simplemente mágico observar, al menos por unos segundos, ese panorama. Un TaeHyung siendo bañado por los nacientes rayos dorados del Sol, que siempre tocaban puntos estratégicos para hacer más celestial ese momento, su piel canela se adueñaba de un natural brillo dorado, su cabello rubio se veía muchísimo más sedoso de lo que normalmente se veía, y ni que decir de sus ojos achocolatados que tornaban a un bello color miel cuando el Sol lo bañaba desde el horizonte. Aparte de que TaeHyung se viera increíblemente irreal ante la luz natural, lo que hacía especial esa escena, era ver esa bella mariposa morpho azul revolotear a su alrededor como si está fuera su guardiana o algo parecido.

- ¿Otra vez jugando con la mariposita? - preguntó juguetón después de unos segundos observándolo.

- ¡Ella es la que juega conmigo! -dijo tal cual niño pequeño- Yo solo le hago caso, creo que la estoy malcriando. - se defendió a la vez que entraba al hogar y escuchaba la puerta siendo cerrada detrás de él.

Sí, una sola semana había sido suficiente para que ambos tomarán más confianza entre sí, incluso TaeHyung había ido dejando esa timidez que al principio tenía hacia su mayor; claro, había momentos en el que JungKook podía apreciar como un sonrojo se apoderaba de sus mejillas cuando hablaban, pero al saber que TaeHyung era una persona algo tímida siempre lo dejaba pasar.

-Hablas como si fuera tu mascota.

- Tal vez no lo es pero ya tiene nombre... - dijo orgulloso.

JungKook lo miró con una ceja alzada y una sonrisita formándose en sus labios.

- ¿Y cuál es?

- Se llama Suzy. -para demostrar que estaba orgulloso le sonrió en grande a JungKook, escuchando su risita.

- Lindo no-

Y nuevamente, fue interrumpido por su hijo, quién iba bajando con cuidado las escaleras.

¡Papá! ||| KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora