Un mes después.
Mehmet se encontraba en la cama de sus aposentos con una de las tantas concubinas que su madre le enviaba. Les permitia dormir con el luego de satisfacer sus necesidades, solo por cordialidad, le resultaba algo insultante usarlas y luego enviarlas fuera, aún cuando ellas estuvieran allí para eso. Sin embargo luego de hacerlo lo que debían las alejaba de el, colocándolas en un rincón de la enorme cama.
Con la molestia que lo había perseguido y atormentado los últimos días, camino hasta el balcón de sus aposentos, contemplando la noche en Estambul. El mismo pensamiento y sentimiento lo apuñalaba como siempre. Mahidevran. Esa sultana a quien recordaba con todo el odio, rencor, dolor y decepción. ¿Como pudo ella herirlo así? Aún sangraba en secreto por su culpa, y lo peor era, que no podía compartir con nadie su pena, porque la causa de esa pena, era un crimen, algo prohibido. Que perjudicaria y destruiría a la dinastía si se sabía. Y aún así, en su memoria perduraban esos ojos verdes, ese magnifico cabello con aroma a jazmines, ese cuello suave y largo, al tacto. La calidez de ese pequeño, delicado y frágil cuerpo. Todo en ella le resultaba magnífico a más no poder. El no había conseguido borrarla de su memoria ni un segundo. Sus deseos de volver a Manisa y arreglar todo, casi conseguían dominarlo todos los días, pero se contenía. Aún así, en odio, dolor y egoísmo se había encargado de que ese maldito, nunca más consiguiera ver a la sultana. Sabía bien que quizá le estuviera provocando un gran dolor, pero preferia vivir con eso en la conciencia, que sabiendo que el amor de la sultana, era para alguien más.
1 mes antes.
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Manisa tierra de amor prohibido
Historical FictionResignada a ser recordada por siempre como la mujer despreciada por el sultán, Mahidevran acepta su destino de soledad en Manisa, la provincia donde su hijo Mustafá gobierna por orden del sultán. Esperando el día, en que su querido hijo sea coronado...