Capitulo 12: Solo algunos.

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Narra Mahidevran.

El amor nunca triunfa al final, esa era una verdad que aplicaba para la mayoría de las personas. Solo existían pocos afortunados, y ese no era mi destino. Ya habían pasado dos años mi príncipe, dos años en que nos mantuvimos distanciados, mi corazón se habia quedado congelado en el tiempo y el dolor. Ni siquiera la compañía de Alessandro, a quien ya habia contado parte de mi verdad, lograba consolar la herida que dejaste con tu partida. Probablemente en ese tiempo paso lo que tanto temí, te olvidaste de mi, por la juventud y belleza de las mujeres de tu harem. 

Tantas cosas habían pasado en ese tiempo, el intento de asesinato que sufrió el sultán. Según dicen, a manos de su favorita, una tal Firuze, que se habia vuelto una molestia y amenaza para el amor de Hurrem. Y luego estuvo la muerte de Ibrahim Pasha, nunca supe con exactitud que cosas habían pasado entre él y el sultán. Sabia que la relación no era como antes, pero nunca espere que terminara tomando su vida. Se le acusaba de traición al imperio y al Sultán, tu padre no tomo su vida directamente, envio gente para hacerlo. Aun recuerdo los gritos de la sultana Hatice cuando se entero la noticia, pudo ver el momento preciso, en que la luz habia abandonado sus ojos, ella también habia muerto con Ibrahim.

Bien o mal, correcto o incorrecto, traicionero o leal, Ibrahim era el amor de su vida, y después de él, no habría otro, ni vida.  Mustafá también lloro y lamento su perdida, Ibrahim habia tomado a mi hijo bajo su ala, para protegerlo de los malos pensamientos que el Sultán comenzaba a albergar por él. Sin Ibrahim, estaba desprotegido, las acciones de mi hijo, aun si eran por el bien del pueblo, eran consideradas desobediencia por parte de tu padre, en esos momentos cuando el tenia que viajar a la capital para recibir castigos, yo rogaba en mi interior, que el alma de Ibrahim estuviera en esa habitación, y protegiera una vez más a mi hijo. 

Por otro lado estaba Alessandro, mi buen amigo Veneciano, un día simplemente desapareció. Sin decir adiós, otra persona se iba de mi vida, y me abandonaba. Apenas podía despertar cada día, respirar, mirar, pensar y sentir dolor. Intentaba ver las cosas buenas de la vida, pero la verdad era, que no habia muchas para mi, solo mi hijo, que aunque no lo dijera, también comenzaba a destruirse por dentro. Y yo no sabia como ayudarlo, envidiaba tanto a Hurrem, porque de seguro ella si sabia como consolar a sus hijos, ayudarlos. Eran un fracaso, como sultana, como madre, y en otras cosas.

Mi corazón casi se escapo de mi pecho, cuando mi hijo me comunico que él sultán quería que fuera a la capital, para reunirse, antes de ir a una campaña. Y mi hijo hiso la pregunta, ¿Quieres venir conmigo? Las palabras no salían de mi boca, si iba a la capital, sin duda, te vería una vez más. Y no sabia como aquello podía resultar. Le dije que lo pensaría, y él aseguro que seria lo mejor, para que lograra despejarme y mejorar mi estado de animo. Mis pensamientos no me dejaron tranquila esa noche. Tenia tanto miedo de verte, demasiado miedo, ¿Qué tanto habrías cambiado? ¿Ya me habrías olvidado? ¿Seria muy hermosa la mujer por la que seguramente me habías dejado en el olvido? ¿Me odiarías mucho? ¿Me mirarías con reclamo? ¿Seria capaz de no correr a tus brazos para sanar en ellos todo lo que habia pasado? Esa noche termine soñando con tus ojos Mehmed, y al día siguiente dije que si. Aunque fuera una vez más, quería verte a lo lejos. Aun si Manisa se habia vuelto un recuerdo fugaz sin importancia para ti.


Luego de días de un pesado viaje, llegamos al destino. Cuando me informaron que estábamos en las puertas del palacio, sentí ganas de vomitar, de arrojarme del carruaje y volver corriendo a Manisa. Pero no lo hice, permanecí quieta y calmada como si nada. Cuando anunciaron mi nombre baje con una pequeña sonrisa en el rostro, antes pensaba que disfrutaría volver a la capital, pero no fue así. Mustafá se adelanto a ver a su majestad en sus aposentos, yo por otra parte fui saludada por Afife, la madre de crianza del Sultán. Que generosamente se porto muy bien conmigo. Me mostro mis aposentos, permanecería allí, hasta que mi hijo volviera de la campaña con su Majestad. Eso podría ser mucho tiempo, pero antes debían arreglar algunas cosas entre ellos. Habia pasado mucho tiempo desde mi ultima vez allí, cada rincón del castillo me traía recuerdos, buenos y malos.  Pude notar que con el tiempo el castillo perdió parte de que aquel brillo que lo hacia mágico. 

Manisa tierra de amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora