— ¿Todavía lo amas y me has mentido en todo este tiempo?— pregunto con el dolor ardiendo en su pecho.
— Claro que no. No quise decirtelo porque no sabía que iba a pasar. Cómo ibas a reaccionar y tuve miedo de lo que harías al enterarte, tuve que poner la seguridad de Osmán, antes que nada— explico.
- ¿De qué hablas mi sultana? Esto me esta matando, por favor, dimelo todo de una vez- Mahidevran lo entendio rapidamente, no, nunca podria mentirle de ese modo. Pasara lo que pasara, queria que el supiera toda la verdad.
- Hace meses, ¿Aun lo recuerdas verdad? Nos casamos frente a Alah, y tuvimos nuestra noche especial. Cuando te fuiste me senti destrozada, pensando como sobrevivir sin ti. Pero tiempo después comencé a sentirme muy mal, Gulfem me ayudo a traer a una partera experimentada en secreto, para sacar mis dudas. Ella lo confirmo, estaba embarazada...De ti mi príncipe adorado- Mehmed no tenia palabras en ese momento, aquella revelación lo descoloco. Miro una vez más al pequeño Osman, sintiendo un ardor aun más fuerte en su pecho.
- ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué te callaste todo este tiempo?- pregunto enojado.
- ¿De qué serviria decirtelo? ¿Qué podrias hacer al respecto, que no pusiera en riesgo la vida de todos? Incluyendo la tuya. Por un momento, pense en interrumpir el embarazo, pero no pude, porque sabia que queria ser madre por segunda vez, y por sobre todo, queria tener un hijo tuyo- susurro- Fue entonces cuando no me quedo otra opción, la insistencia de tu padre por dormir conmigo, me llevo a tomar la desición, Osman estaria seguro, si todos creian que era hijo de Suleiman. Por eso pase noches con él, pero te juro por mi pequeño hijo, que nunca dormi con él, lo engañe. Él solo cree que pasamos la noche juntos, como todos, pero nunca lo hice. Nunca te traicione- Mehmed se acerco aun más y beso su frente, esa explicación, como un soplo, aliviano su corazón. Su amor seguia siendo de él, y tenian un hijo juntos.
Los días en Edirne fueron tranquilos, cálidos y alegres. Suleiman se sentía profundamente encantado con Osmán, y diario estaba con él, vigilando que durmiera bien, que su salud se recuperara pronto, mientras miraba a Mahidevran cuidar de él, sonreir, reconocio que lucia aun más hermosa siendo madre. En esos dificiles meses la unica que consiguio darle paz, fue Mahidevran. Amaba a Hurrem, al menos eso creia él, pero honestamente su paciencia se estaba agotando, quiza en un inicio fue encantadora su actitud retadora, su manera feroz de defender su amor. Pero a esa altura de su vida, estaba agotado de ese escenario que se recreaba una y otra vez. Mariam tambien estaba asi, profundamente molesta por el embarazo de Mahidevran, no disimulaba su enoja e incluso dejo de hablarle, buscando molestarlo. Lo consiguio, pero no por eso cambio de opinión, y tampoco intento arreglar las cosas con su hija, de una vez, Mariam debia comenzar a madurar y entender que no siempre se haria lo que ella quisiera.
Una tarde soleada, mientras comian dulces y postres en el jardín con el pequeño Osman, Mehmed se sintio como si le hubieran colocado un hierro caliente en la garganta, observando como Suleiman abrazaba al bebé y lo llamaba afectuosamente su hijo, su valiente león. Cuanto deseaba llamarlo hijo, cuanto deseaba que Osman supiera quien era su verdadero padre, pero no podia hacerlo o su hijo tendria que morir. Los niños no guardan los secretos, no pueden mentir, algun dia le dijera la verdad, eso podria acabar en desgracia. Alguien lo sabria, y estarian condenados. Esa tarde entendio, que nunca podria ser un padre para Osman, no tenia otra opción, mas que ser un buen hermano mayor.
Los dias despues de dar a luz, observando que la sultana estaba fuera de peligro, Suleiman intento pasar la noche con ella, pero se nego asegurando estar indispuesta por un malestar, enviando a sus aposentos a una criada recién llegada al palacio de Edirne, una joven Veneciana llamada Valeria. La verdad era que lo hiso para tener las noches libres y pasarlas con su principe. Y asi fue, seguido fingia malestar, y conseguia librarse. Esos tres meses que pasaron en Edirne, fueron para disfrutar el tiempo perdido, casa noche Mehmed iba a sus aposentos, y no se detenian hasta el amanecer. La noche antes de partir y regresar a la capital, porque los medicos informaron que Osmán ya estaba en condiciones de viajar. Luego de hacer el amor, se levanto de la cama, tomando a su pequeño hijo en sus brazos, llevandolo de regreso a su cama, donde la sultana observo como Mehmed se recostaba y lo colocaba sobre su pecho desnudo.
- No soy tu hermano. Soy tu padre, Osman. Soy tu padre y te amo- le susurro Mehmed al oido. En un tono tan bajo que solo la Sultana pudo escuchar, la respuesta recibida fue un simple quejido de bebé, de nada servía confesarle la verdad a una criatura tan pequeña. Pero a Mehmed lo consolaba saber que una pequeña parte del inconsciente de su hijo, lo sabria. Durmieron en familia una ultima vez, antes de partir y separarse nuevamente.
Medio año paso luego de volver, y en ese tiempo muchas cosas ocurrieron. La Sultana Mariam fue casada contra su voluntad con Rustem Pasha por presión de su madre, la Sultana Hurrem. Eso fue lo de menos, tiempo después de que la Sultana abandonara el palacio para vivir con su esposo, la Sultana Hatice fue a la capital. Su estado fisico era deplorable, pequeño era el rastro de belleza que una vez hubo en ella, con ojeras y ojos irritados de llanto, baja de peso por no querer comer. Con el cabello sucio y ropa rota, se presento frente a todo el harem.
- HURREM, HURREM, SAL DE DONDE TE ESCONDES DESVERGONZADA, QUE ALAH TE MALDIGA, TU SERPIENTE RUSA...ACABASTE CON TODO MALNACIDA- grito de tal manera que sus palabras resonaron en el palacio. Ambas sultanas fueron informadas de la llegada de Hatice, y fueron junto con Gulfem y la señorita Afife alli.
Hurrem observo aterrada a Hatice, nunca penso que volveria a poner un pie en ese lugar, mucho menos que su aspecto decaeria tanto por la muerte del Pasha, que evidentemente no habia superado.
- Sultana, por favor calmese, venga conmigo a mis aposentos para hablar- pidio Hurrem.
- NO HAY NADA QUE ARREGLAR, TU LO ARRUINASTE TODO. ¿CUANTO MÁS DEBO SUFRIR? TU ME ARREBATASTE A MI ESPOSO, LO MATASTE, LO MATASTE- grito con tanta fuerza que su piel del rostro llego a enrojecer.
- YO NO LO HICE, EL SULTAN DIO LA ORDEN, YO NO TUVE NADA QUE VER EN LA MUERTE DEL PASHA- grito del mismo modo. La sultana Hatice solo guardo silencio, miro por ultima vez el harem, el mundo, antes de sacar de su vestido roto, una daga. Todas gritaron aterradas, no sabiendo que haría. No habia temor en sus ojos, solo un profundo dolor, que hace tiempo la habia matado, su alma habia abandonado su cuerpo hace mucho tiempo. Y ella acabaría con eso, también su cuerpo desaparecería de la tierra.
- Desde que pusiste un pie aquí, acabaste con todo. Se bien que falta para algún día recibas tu merecido, pero por Alah bendito, estoy segura que llegara el momento. Lagrimas de sangre derramaras, sufrirás tanto que la muerte desearas...Lo juro. QUE SEPAN TODAS, QUE SEPA EL MUNDO, QUE TU HURREM ME MATASTE, TU ME MATASTE, MI SANGRE TEÑIRA TUS MANOS- fue lo ultimo que dijo, antes de clavar al menos cinco veces, en su abdomen y pecho la daga, la sultana cayo al suelo.
Mientras Mahidevran llamaba a las doctoras, con la esperanza de que estuviera viva. Pero eso no paso, no habia esperanza, La Sultana Hatice abandono su cuerpo, y la Tierra que la vio nacer.
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Manisa tierra de amor prohibido
Historical FictionResignada a ser recordada por siempre como la mujer despreciada por el sultán, Mahidevran acepta su destino de soledad en Manisa, la provincia donde su hijo Mustafá gobierna por orden del sultán. Esperando el día, en que su querido hijo sea coronado...