Algún día llegaremos a ver ese amanecer brillante sobre nosotros. Algún día, formaremos nuestro propio hogar, dónde las mentiras nunca habitaran. Algún día, desde que el sol salga, hasta que se oculte, lo único que habrá en tu hermoso rostro será una sonrisa. Algún día, podremos contar a nuestros nietos, los problemas del pasado, mientras de nosotros mismos nos burlamos. Algún día, nuestra vida solo estará llena de paz. Algún día no muy lejano, espero a ese sueño llegar...Mi sultana.
Los tiempos cambian, como las personas, como los sentimientos, como los corazones y los monumentos. Imperios caen y otros nacen. Gente muere y renace, con un destino completamente diferente. Nada es para siempre, y nadie está libre de errores. Los mortales solo somos un conjunto, de huesos, carne y sangre, con destinos escritos por Alah. En una vida principe, en otra esclavo. En una vida, Sultana. En otra vida, una mujer simple y libre. En esta vida me tocó ser principe y también un esclavo del amor. La lealtad no es eterna, en algún momento siempre se quiebra. Supongo que por eso no me torturo mucho a mi mismo, al recordar que traicionó a mi padre, amando a la madre de su hijo.
Creo profundamente que Alah unio y envolvió nuestros destinos. Y los hilos unidos por el único dios del mundo, nunca podrán ser rotos, por nada ni nadie. ¿Entonces para que luchar y negar lo que sentimos? Si hemos de vivir, que sea juntos. Si debemos sufrir, nunca soltemos la mano del otro. Y si debemos morir, que sea siempre mirando a los ojos del otro. A dónde sea que vayan nuestras almas al morir, que siempre estén unidas. Porque ni en esta vida o en la otra, me imagino un segundo sin ti. Aún si Alah decide en otra vida atar mi destino al de otra mujer. Juro y estoy seguro, que nunca estaré completo. Una parte de mi alma y corazón siempre estará contigo, siempre le pertenecerá a mi Sultana. Haciendo que sienta un terrible vacío, que me llevará a preguntarme ¿Quien me hiso amarla con tanta fuerza, que aún después de tantas vidas, no la olvido?
— ¿En qué piensas tanto hermano?— pregunto Mustafa.
— En las Sultanas. Las imagino reunidas, orando a Alah por nuestro pronto regreso— mintió limpiando su espada, intentando borrar de ella no solo la sangre, sino las vidas tomadas en ese oscuro y solitario campo de batalla.
— Siempre es así. Es lo único que desprecio de la guerra, de las conquistas y luchas. Nosotros sufrimos, peleamos y sangramos en los campos. Ellas lo hacen en los palacios y nosotros no estamos allí para ellas— susurro triste, temiendo que su madre estuviera teniendo problemas en el palacio. Hubiera preferido enviarla de regreso a Manisa. Pero ella le había dicho que quería esperarlo en la capital, y él nunca pudo negarle un deseo.
— Es cierto, las mujeres a simple vista, parecen seres frágiles, pero nosotros sabemos porque hemos presenciado de cerca, lo fuertes que pueden ser. ¿Has enviado algún mensaje a la Sultana?— pregunto fingiendo desinterés.
— No he tenido tiempo de enviar algún mensaje a mi madre, pensaba hacerlo en estos días, aún nos faltan algunos territorios. Sin embargo no creo que mis hombres de confianza puedan llevar un mensaje a mi madre, prefiero que estén en las batallas conmigo. Y nunca me ha gustado enviar a un desconocido— susurro.
— Si quieres yo puedo enviar tu mensaje a la Sultana. Tengo un hombre de confianza que se encargará de éso— dijo bebiendo agua.
— Es verdad, ya llevamos un poco más de tres meses, y quiero saber si se encuentra bien. Escribiré esta noche, y tú envía la carta con tu hombre de confianza. Gracias hermano, ahora te dejo, necesito hablar de un asunto con Su majestad —
— No debes agradecer hermano — respondió. Esa noche en su tienda, comenzó a escribir, ya había pasado tiempo.
La última vez que se vieron fue tan triste, que la agonía de la separación lo acompaño durante el viaje y las batallas. Continuaba siendo el principe valiente e inteligente, que luchaba junto a su padre y hermano. Pero su alma no estaba allí, se encontraba muy lejos, en el corazón de la Sultana. Para al menos poder seguir hablando con ella, a escondidas compro un ave exótica, de plumaje rojo. Que había sido entrenada para llevar mensajes. Así pudo comunicarse con su adorada sultana, los días que aún no habían partido a la campaña. Así sobrevivieron esos días dónde no se vieron ni una sola vez. El ave fue llamada Kader, significado, suerte.
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Manisa tierra de amor prohibido
Fiksi SejarahResignada a ser recordada por siempre como la mujer despreciada por el sultán, Mahidevran acepta su destino de soledad en Manisa, la provincia donde su hijo Mustafá gobierna por orden del sultán. Esperando el día, en que su querido hijo sea coronado...