Antes que nada, gracias por esperar, la verdad aún me queda una semana más de parciales, y por el momento me fue mitad bien y mitad mal 😔, sin embargo poco a poco entiendo que en la facultad no siempre se puede conseguir todo. No subi el capítulo antes porque quería que fuera más largo de lo acostumbrado. Se que estaré ocupada con los últimos parciales que me quedan, por eso al menos les doy este capítulo. Espero que lo disfruten ☺️☺️☺️☺️1 mes antes.
- Si hice algo que la lastimo, necesito por favor que lo diga Sultana, para poder disculparme y remediarlo. No podría vivir en paz, luego de saber que la hice llorar- susurro Mehmet. El abrazo había finalizado hace tiempo, entonces se encontraban sentados en el jardín, rodeados del viento, y las hojas moviéndose en la brisa. Mahidevran miro una vez más, al joven principe frente a ella, sintiendo pena por él. Era inocente, no parecía cargar con el veneno o ambición de su madre. Le parecía una buena persona, alguien muy inocente, incapaz de hacer daño a otros. Por un momento lamento en el alma, que ese príncipe no fuera su hijo. Aunque después se dió cuenta de la verdadera razón de su pensamiento, Fatma. La hija que nunca tuvo, ella no era una simple criada, no era solo una amiga, era como si fuera su hija, y hace solo unos días, la había perdido totalmente. Se esforzaba en no ser como antes, y culpar ciegamente a Hurrem de todas sus desgracias, pero no podía hacerlo en esa situación, porque el prisionero lo dijo, Hurrem, Hurrem, Hurrem. Si no había sido ella, quien la había intentado llevar a la desgracia ¿Quién fue entonces? Era claro que no lo hacia por separarla de quien nunca la amo, sino porque poco a poco quería dejar a su Mustafá solo.
- No fue su culpa príncipe. Lamento mi reacción excesiva, estaba enfadada y dolida. Y me desquite con usted, por ser la primera persona cerca, pero no es personal. Lamento haberle causado molestias, eso que paso hace un momento, prometo que en un futuro, no sucederá- susurro, dando media vuelta, dispuesta a desaparecer en el jardín nuevamente.
Eso, ¿Se refería al abrazo? Sin duda pensó Mehmet, en vez de aliviar esa promesa consiguió angustiarlo. Lo que pasó una vez, se repitió una y otra vez, cada vez que la envolvía en sus brazos un calor sobrenatural lo envolvía y cuando ella lo abandonaba, un frío doloroso persistía en su pecho durante días. Cuando volvía a la normalidad, nuevamente la sultana se refugiaba en el, y luego se iba, dejándolo sufrir otra vez. Pero eso no era algo que pudiera decir a la Sultana.
— Cuando sienta que se está desmoronando y no pueda más, sin importar la razón, momento y lugar...Solo aférrese a mi, sin vergüenza. Yo siempre estaré ahí para usted — contesto Mehmet sin mirarla— Ahora que lo pienso, debe estar destrozada por la muerte de la criada, Fatma—
— Su muerte se siente como una tortura. Ella no era solo mi criada o amiga, era como la hija que nunca pude tener— admitió.
— Lo lamento mucho Sultana, espero que algún día su dolor sane—
— Eso pasará, estoy acostumbrada a sufrir y a qué me lastimen. Lo que hoy sangra, algún día cicatrizara. No tiene que preocuparse, ahora sí no le importa...Volveré a mis aposentos, debo arreglar el desastre en que me convertí — sin tiempo a nada, Mahidevran desapareció, dejando a Mehmet con la palabra en la boca.
Durante el resto del día Mehmet no dejo de pensar en ella ni un momento, cada vez que veía sus ojos llenos de dolor y el daño que provocó en su propio cuerpo, no podía evitar sentir que su corazón se estrujaba. La vida de esa sultana se le hacía muy dura y triste. Y en el comenzó a surgir poco a poco, el deseo de ver un rastro de felicidad en ella. Pero como hacerlo, no la conocía en absoluto, nunca lo hiso, hasta su llegada a Manisa, esa mujer solo era la madre de su hermano y nada más. Entonces pensó que la Sultana debería estar tan aburrida como él en ese palacio, imposible no hundirse en la pena cuando no había nada que ocupará la mente.
ESTÁS LEYENDO
Manisa tierra de amor prohibido
Historical FictionResignada a ser recordada por siempre como la mujer despreciada por el sultán, Mahidevran acepta su destino de soledad en Manisa, la provincia donde su hijo Mustafá gobierna por orden del sultán. Esperando el día, en que su querido hijo sea coronado...