Aquel incidente que llevo a la castración de Alessandro, fue un importante detonante que llevo a la separación del Sultán y su amada sultana. Durante tres meses no se vieron, no cruzaron palabra, no estaban dispuestos a buscarse, ni siquiera por las noches. La rabia, impotencia y dolor eran más fuertes. El Sultán que nunca bebía, se hiso preso de la bebida por las noches, intentando ahogar el pesar de no verla, así como la rabia de no tener respuesta a la pregunta que no se atrevió a hacer. La Sultana Hurrem y Nurbanu aprovecharon este momento de flaqueza, y como cuando estaban en Edirne, Nurbanu se acercó como una confidente, una amiga, alguien que escuchara los problemas del ahora sultan. Sabia que era el momento preciso, que quizá no se volvería a repetir nunca más.
Las primeras noches de visita controló la cantidad exacta de bebida que le daba al Sultán, y fingía estar del lado de la Sultana, asegurando lo triste que era que ya no se vieran. Claramente nada ocurrió, no estaba lo bastante ebrio, e intentaba creer que eso era cierto, que ella realmente lo amaba, y que no le habia dicho acerca de ir totalmente sola con Alessandro, por un motivo totalmente diferente a engañarlo. Lamentablemente todo apuntaba a que la Sultana lo habia hecho. Nunca una Sultana va sola con un hombre a un lugar apartado, nunca permite que este la toque si no es eunuco, mucho menos se queda en una posada y despierta en la misma cama abrazada a ese hombre no eunuco. Ya no se sentía decepcionada de ser enviada y que nada ocurriera entre ella y el Sultán, solo estaba preparando el terreno.
Hasta que llego la noche esperada, un vino 20 veces más fuerte que el de costumbre fue servido por Nurbanu al Sultán, quien poco a poco perdía la noción de sus actos, y el golpe final que convertiría su dolor y tristeza en ira y venganza, fue lo que dijo la concubina pelinegra.
- Yo me siento muy mal por usted y la Sultana Mahidevran, después de mucho meditarlo mi Sultan, ahora que lo pienso, quiza...Si haya ocurrido algo entre la Sultana...Y el ahora eunuco Kaan Agha- dijo fingiendo ser una inocente que decía algo temerosa de ensuciar a otra persona, cuando en el fondo lo disfrutaba.
- ¿Que dices? ¿De qué hablas Nurbanu? ¿Como te atreves a insinuar eso?- pregunto dolido, enfadado y profundamente triste, no queriendo escuchar de otra persona, lo que muy en el fondo pensaba y temía.
- Lo siento mucho Su majestad, se que quiere mi muerte por decirlo, y puede ordenarla si lo desea. Pero me siento muy mal por usted. Quise creer que la Sultana seria incapaz de hacerlo, pero...Las leyes y todo lo establecido como lo correcto, nunca fueron un impedimento para que la Sultana permitiera a su corazón amar de nuevo...Ella después de todo, estuvo con usted, cuando aún era la concubina de su padre. No creo que ser su esposa, fuera un impedimento, para que su corazón ahora decidiera amar a otro hombre, la pobre sultana solo es culpable de amar- dijo fingiendo estar afligida.
- ¿De que hablas? ¿Como sabes eso?- pregunto sorprendido.
- Yo los vi una vez en el jardín hace años...Nunca dije nada a nadie mi Sultan, porque no quería perjudicarlos a ustedes, dos almas enamoradas. Pero ahora viendo esta situación, no puedo evitar encontrar similitud. La Sultana debe estar celosa y agotada de tener que compartir su amor con otras mujeres, como alguna vez lo estuvo con el Sultán Suleiman. Por lo tanto resignada y dolida, decide entregar su amor y corazón, a alguien que seria enteramente para ella, sin importar que eso estuviera mal o fuera incorrecto, ella lo haría, ella lo hiso- dijo antes de ser interrumpida por el Sultán, quien lleno de ira apretó su cuello con fuerza, queriendo destrozar esas palabras que podían ser verdad, del mismo modo que ese cuello.
Nurbanu se asustó pensando que en aquel estado de inconsciencia habia traspasado lo limites y tal vez el sultán si deseaba su muerte. Pero sus palabras fueron como ecos y puñales en el corazón de Mehmed, quien sin pensarlo por más tiempo, cedió a su desconfianza, y tomo a Nurbanu con odio. No hubo ningún trato de cariño o ternura, fue un acto enteramente de venganza, contra la sultana, que creia, lo habia traicionado. Y aún cuando no hubo una muestra siquiera mínima de afecto, solo usándola para poder sentirse menos dolido y humillado, fallando en el acto. Nurbanu estaba feliz de haber conseguido luego de años lo que se habia propuesto.
ESTÁS LEYENDO
Manisa tierra de amor prohibido
Historical FictionResignada a ser recordada por siempre como la mujer despreciada por el sultán, Mahidevran acepta su destino de soledad en Manisa, la provincia donde su hijo Mustafá gobierna por orden del sultán. Esperando el día, en que su querido hijo sea coronado...