Capitulo 15: Enfrentamiento.

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Era inevitable, en algún momento terminaría pasando. Frente a Mustafa se quedo callado, nada pregunto y actuó con normalidad. Sin embargo necesitaba desesperadamente, saber toda la verdad. Mahpeyker le habia contado hace años...Que su esposo la habia dejado de lado,  por otra mujer, que en la actualidad ocupaba el puesto de esposa. Y ella se sentía terrible, porque el hijo de quien fue su esposo y de esa mujer, estaba enamorado de ella. Y ella...Correspondía ese sentimiento. Alessandro conocía perfectamente lo que era un amor prohibido, vivió por él, sufrió por él, fue castigado profundamente por él. Pero no se arrepentia, y nunca lo haría, ese sentimiento tan maravilloso que lo hiso vivir, compensaba cada dolor y perdida. Suponía que Mahpeyker también se sentía de ese modo. No la culpaba precisamente, ese joven no era su hijo, no compartía su sangre. Y podía notarse en el fuego de sus ojos, que su corazón solo latía y vivía por ella. 

Pero él sabia que ese amor, podía terminar de manera trágica, porque aun si no compartían sangre, si compartían familia. Y también conocía de cerca, la posición de la mujer, tanto libre como casada, que ocupaba en el Islam. Habia pasado tiempo, desde la ultima vez que pensó en ella. Y cuando miraba en sus recuerdos, aquella fascinación por Mahpeyker, seguía tan fresca y fuerte como entonces. A su memoria volvía un recuerdo, de una de las tantas veces en las que compartieron un tiempo juntos. Aquel dia, habia conseguido llevar a la Sultana fuera del mercado, específicamente a la casa donde el se estaba alojando. 

Era una casa modesta, pero tenia un precioso jardín, simplemente magnifico, tanto que parecía sacado de un cuento de hadas. Mahpeyker estaba deslumbrada por el, en ese jardin tomaron té, mientras charlaban un poco, sobre lo que les hubiera gustado conocerse mucho antes. De la nada, en medio de los arbustos, se escucho un aullido, manifestando dolor. Un pequeño cachorro salio de alli, sucio, maltratado, con golpes y cortadas que mostraban la sangre sobre su pelaje y piel. Con una profunda mirada de cansancio, no solo por lo que evidentemente le habían hecho, sino por la maldad que parecía haber observado desde siempre. Nunca antes lo hubiera echo, para los musulmanes, los perros estaban prohibidos, eran criaturas sucias, que siempre debían mantenerse al margen, y ocupar únicamente el papel de protector, nunca podrían formar parte de la familia, mucho menos pisar el hogar.

En su juventud de seguro habría permanecido indiferente ante el estado del perro. Pero en su presente, ver a esa criatura tan pequeña, tan frágil, en ese estado plagado de dolor, le hiso doler el corazón. Rapidamente corrio hacia el pequeño, levantando, sosteniéndolo, abrazandolo, intentando darle un gesto de humanidad, que evidentemente no habia recibido. El pequeño perro aullaba aun por su dolor, pero en sus ojitos podía manifestarse la sorpresa, de recibir aunque fuera, un mínimo acto de cuidado y amor. Alessandro se encontraba horrorizado por el estado del animal. Le pidió que lo llevara dentro de su casa, la sultana camino rápidamente hasta la habitación de Alessandro colocándolo en su cama. Mientras el pequeño se quejaba de dolor, el veneciano llego con agua, y muchas plantas medicinales, que ayudarían a limpiar sus heridas, y a cerrarlas, pero llevaría tiempo, seria algo muy complicada por su estado. Sin embargo lo intentarían. Y no solo eso debían alimentarlo. La sultana, siguiendo las indicaciones de Alessandro, ayudo a limpiar las heridas. Y cada herida que veía, la destrozaba. ¿Quien pudo cometer tanta maldad?

Alessandro le dio medicina para que consiguiera dormir, ya habia colocado las plantas para cerrar las heridas. Cada dia deberia limpiarse las heridas, supervisarlas, alimentarlo, cuidarlo mucho y la sultana estaba dispuesta. Mientras lo observaba dormir, reprimió sus ganas de llorar. Alessandro contemplo sorprendido a la mujer, ella parecía haberse criado en el Islam desde siempre. Por eso no entendía que ella presentara ese tipo de sensibilidad, por una criatura que según su religión, no tenia importancia. Pero se sintió conmovido, el cuidado, la preocupación, la pena por verlo en ese estado. Todo era tan autentico, que se sentía capaz de sentir su dolor.

Manisa tierra de amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora