Capitulo 29: Días de Sol, días de adiós.

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Nunca antes una Sultana había sido tan envidiada por las mujeres del harem, los Sultanes a lo largo de los años siempre tuvieron a sus favoritas y a esas mujeres sumamente especiales en sus corazones, pero aún así seguían recibiendo mujeres, no solo porque debían cumplir con su deber, sino porque ningún sultán estuvo dispuesto a desperdiciar la oportunidad de aprovechar su harem. Pero ese no era el caso del Sultán Mehmed y eso comenzó a llenar de envidia e ira a las criadas y concubinas, ni una mirada, ni un acercamiento, no importaba lo jóvenes o bellas que fueran, la sensualidad de sus bailes o disposición, era como si no existieran para él. Para él Sultán no existía nadie, además de la Sultana de eterna belleza, cada noche estaba con ella y ya no había una ley que lo prohibiera. Como regalo de bodas le entrego unos aposentos aún más grandes, y cofres llenos de oro, joyas, sedas, escencias, entre otros tesoros. Esos regalos eran maravillosos, pero para la Sultana el mejor regalo era su compañía, su amor. Triste observo a su hijo entrenar en el jardín desde su balcón. Osman no tardó mucho en saber del casamiento y las cosas no terminaron bien entre ellos.

— ¿Entonces es cierto madre? Te casaste con él, te casaste con él asesino de padre...¿Cómo pudiste hacerlo?— pregunto enojado y decepcionado.

— Mi querido hijo, las cosas no son como tú creés—

— ¿Entonces como son? Traicionaste a mi padre, te casaste con ese maldito—

— Tú padre, no era tan bueno como parecía Osman, no quería tener que decirte estás cosas, pero no me dejas opción. Tú padre estuvo a punto de matarme ese día en Manisa, lo hubiera hecho si tú hermano no me hubiera salvado—

— ¿Cómo querías que actuará? Nos llevaste de su lado, te fuiste sin permiso a Manisa, con su hijo el traidor. Iniciaste una guerra en su contra. Solo estaba enfadado el nunca te hubiera matado—

— Yo sé cuánto lo amaste, y lo feliz que te hacía ser su hijo. Se que compartieron un vínculo muy importante. Pero yo nunca pude amarlo, nunca... Porque él mató a tu hermano Mustafa, a mi Mustafa. Dime hijo, ¿Cómo podría realmente amar al asesino de mi hijo? Dices que lo traicione, pero la verdad es que no fue una traición, solo hice lo que debí hacer para sobrevivir y mantenerlos a salvó, para que nunca más me arrebatará a uno de mis hijos—

— Deja de hablar de mi padre así, él no era como dices. Solo me dices esas cosas para borrar tu culpa. Eres una mentirosa, ya elegiste madre. Lo elegiste a él, no quiero volver a verte...Te odio— susurro entre lágrimas Osman, sin escuchar los ruegos de su madre.

La Sultana sabía que en un momento de ira podían decirse cosas que no se sentían. Pero aún así, esas palabras dolían demasiado. Luego estaba ese problema, ya habían pasado tres meses, y no daba señales de estar embarazada y en todo ese tiempo no lo estuvo. El harem empezaba a inquietarse, y Hurrem a exigir un nieto. Insistía constantemente a su hijo tomar una concubina, pero el no cedía. Cumpliendo con su deber, entrego unos regalos al harem con el fin de apaciguar la ira de las concubinas, sin embargo a mitad de su tarea, cayó al piso. Gulfem grito por ayuda, y las concubinas fingiendo preocupación, en el fondo estaban alegres de ver a la Sultana sufrir.

Mehmed totalmente preocupado suspendió la reunión del consejo y fue cuánto antes a los aposentos de la Sultana, la doctora ya no se encontraba, y ella estaba algo pálida, Gulfem inmediatamente salió de sus aposentos. Corrió hacia ella y de rodillas acaricio su rostro.

— ¿Cómo te encuentras amor mío? ¿Qué ocurrió? ¿Quien se atrevió a hacerte mal?— pregunto. Mahidevran acaricio su rostro algo débil.

— Mi sultán, no debería estar aquí. No puede evitar las reuniones del consejo por mi, no es correcto.

— Nada de eso importa cuando se trata de ti. Dime que estás bien, por favor— pidió preocupado. Sin poder evitarlo tomo su mano y la coloco sobre su abdomen.

Manisa tierra de amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora