Capítulo 22: Mentira.

740 56 36
                                    



Aún no sabia como asimilar lo que habia hecho, miro sus manos ensangrentadas una vez más. Miro a Mariam sin vida una vez más, para luego cerrar los ojos y suspirar profundamente. La verdad era, que a pesar de volverse una asesina, no lo sentía, no lo lamentaba. Aún cuando por un momento, frente a ella, volvió a estar la pequeña sultana que alguna vez fue Mariam. La muerte de Mustafá habia podrido parte de su corazón, la habia oscurecido, y ni siquiera el miedo a morir por lo que habia hecho, superaba el aún dolor latente de perder a su hijo, si tenia que entregarse frente al sultan, para mostrar la muerte de Mariam lo haría. Aún encontrando la muerte, también encontraria cierta satisfacción, vería a Hurrem y Suleiman, sufrir del mismo modo que ella lo habia hecho, aunque fuera por unos segundos, sentiría un pequeño alivio, sabiendo que la muerte de su hijo, en parte, solo en una pequeña parte, no habia quedado en el olvido. 

- No lo haga sultana, por favor- pidió Alessandro.

- ¿Qué cosa?- pregunto mirándolo. Aún no sabia como habia llegado alli, porque despues de tanto tiempo, el volvía a aparecer. 

-No se entregue como intuyo planea hacer- 

- ¿A caso hay otro camino Alessandro? Ella era una sultana de la dinastia, a diferencia de mi, que aún continuo siendo esclava...Es lo malo de nosotras, no importa cuantos principes traigamos al imperio, no son nuestros, y no dejamos de ser para ellos, simples objetos- susurro con pesar- Me habria gustado partir de este mundo, con mi hijo sentado en el trono, sabiendo que estaba a salvo, con sus hijos, mis queridos nietos, partiendo de este mundo, siendo una mujer libre. Porque mi hijo me habria dado la libertad. Pero como siempre en mi destino, nada es como lo quise alguna vez- admitio. 

-Aún si esta mujer pertenecia a la dinastia, podemos encontrar un modo de evitar que se sepa la verdad. Nadie además de mi la ha visto, y si nos deshacemos del cuerpo, podriamos evitar que la culpen- 

- Suleiman hasta el fin de sus dias, no dejaria de buscar al asesino de su preciada hija. Hurrem no es estupida, sospecharia de mi, aún sin pruebas. Y con sus palabras, lentamente envenenaria la mente de Suleiman, para matarme...Lo hiso una vez, con su propio hijo, sin dudarlo lo haria conmigo. Y seria más doloroso aceptar mi muerte...

-Piense en sus hijos entonces...Ellos la necesitan mucho, son muy pequeños, el principe Osman tiene tres años, y la sultana Neylan, es solo una bebé. Si usted se deja morir ahora, ¿Quien cuidara de ellos? En especial del principe. La ley del fracticidio se cumple siempre, aún si los principes son solo unos niños- La sultana solo continuaba ida en sus pensamientos- Se qué nunca amará a nadie, como amo a su primer hijo, pero por favor, luche por sus otros hijos, ellos la aman, y no podran sobrevivir en este mundo, no sin su madre- dijo.

La sultana dio un trago fuerte, y mientras la saliva se deslizaba por su garganta, sentía que esta la cortaba por dentro. Se sentía culpable, porque no penso en sus hijos. Ciertamente solo ellos, la mantenían unida al mundo de los vivos. Podía ser horrible eso que dijo Alessandro, pero era cierto. Su amor por Mustafa, nunca podría ser alcanzado por nadie, eso no significaba que no amará a sus hijos. Solo significaba que la muerte de Mustafá le arrebato más de lo que hubiera podido soportar alguna vez. Pero entonces pensó en que su hijo, donde estuviera, se sentiría decepcionado de ella, por no ser una buena madre para sus hermanos. "Esta no eres tú, fuiste la mejor madre para mi, debes serlo también para ellos" Se sintio como si el viento que habia en el jardín transportara esas palabras con la voz de Mustafa. Quiza solo fue una alucinación del momento, o quizás parte del alma de Mustafa, intento hacerle llegar su mensaje a su madre. 

- Alessandro...Necesito agua, debo lavar mis manos, no puedo volver adentro con la sangre de Mariam- susurro. Alessandro volvió a sonreír, cuando con aquel comentario confirmo, que no se rendiría. Le dijo que iría por agua cuanto antes, y no se moviera de allí. 





Manisa tierra de amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora