Capítulo IV Las últimas vacaciones.

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La tarde caía en el condado de San Agustín en Florida, la madre de Martha, junto a la familia de una de sus hermanas, habitaban casas contiguas cerca de una zona escolar y a solo diez minutos en auto tenían la playa, además de diversas atracciones turísticas.

Era el receso de primavera y los Garzón Guzmán volaron a la Florida el viernes por la noche para tomar unas merecidas vacaciones familiares, debido a la condición de Martha no habían podido viajar en acción de gracias, pero ahora el médico dio su aprobación debido a que se había dado por concluida la primera fase del tratamiento y su sistema inmune se estaba recuperando bastante bien por lo que en teoría no debería de tener ninguna complicación, claro siguiendo ciertos protocolos en cuestión de higiene, descanso, alimentación y multivitamínicos.

Martha y su madre amaban sentarse al porche de la casa, tomando una fresca limonada y platicar sobre la vida y sus altibajos. En los últimos días, mientras Juan Carlos se encargaba de llevar a Valentina y sus primos de paseo, y Poché salía con Fer a recorrer los alrededores, Martha optaba por permanecer en casa con su madre.

-Madre-dijo seria Martha- necesito pedirle un favor.

-El que quieras hija, sabes que si pudiera cambiar mi vida por la tuya lo haría- soltó tranquila la mujer de cabello cano, era consciente de la enfermedad de su hija y le dolía saber que pronto la vería partir dejando a sus hijas desprotegidas.

-Juan Carlos y yo últimamente hablamos mucho, hablamos de todos los temas que creemos son importantes dejar resueltos antes de que, bueno, yo deje este plano terrenal.

- ¿Cómo lo está llevando él? Lo he visto tranquilo a pesar de que su mirada está carente de brillo.

-Se hace el fuerte por mí y por las niñas, pero yo sé que está mal, es por eso que necesito que en el momento en que yo me vaya toda la familia lo apoye y no juzguen las decisiones que hemos tomado.

-Despreocúpate hija, haremos lo que hayas decidido, supongo que no nos va a gustar y es por eso que estas pidiendo mi apoyo.

-Le he pedido a Juan Carlos que cuando yo muera se mude a España con su familia- soltó de una Martha- y aunque en un principio él se negó, digamos que aún conservo mis maneras de poderlo convencer.

- ¿estas segura que es lo correcto? Las niñas van a perder a su madre y además a sus amigos, su casa, su vida, ¿no crees que eso les va a afectar más?

-Me preocupa más Juan Carlos que las niñas mamá, lo necesito a él fuerte y entero con una red de apoyo que lo ayude a estar bien y así poder estar al pendiente de mis hijas y que por ende ellas estén bien. En España están sus padres que se han jubilado hace poco y podrían estar al pendiente de las niñas, su casa es amplia cada que viajamos nos quedamos con ellos por lo que fácilmente podrían vivir con ellos y así sentir ese calor familiar que sienten cada navidad y fin de año.

- ¿y nosotros? ¿Qué pasa con tu familia? ¿Qué pasa con los Guzmán? No solo te perderemos a ti, sino que ¿también perderemos a tus hijas que es lo único que quedará de ti en este mundo?

-No las perderán mamá, ese es el favor que quiero pedirle, no solo es que acepten que se vayan a España, también es que mantengan ese contacto con ellas y las reciban cada verano hasta que por sus estudios o trabajo ya no puedan visitarlos. Quiero que mis hijas se sientan así de bienvenidas como me siento yo cada que piso esta casa, quiero que sientan el calor de hogar que siento yo cada que entro por esa puerta y el golpe del olor de la comida cocinándose invade mis fosas nasales y me hace salivar al imaginarme los deliciosos platillos que mi madre ha cocinado para mí, quiero que mis hijas puedan disfrutar de una abuela por muchos años y que cuando necesiten ese sabio consejo acudan a usted como muchas veces acudí yo.

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