Capítulo XI El adiós

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- ¡Mami! - una emocionada Valentina corre hasta su madre, quien venía saliendo por la puerta del hospital siendo empujada en su silla de ruedas por su padre, la abuela María bajó en cuanto Juan Carlos le avisó para quedarse con sus nietas y esperar a que quedaran los trámites finiquitados para poder irse a casa tranquilos.

-Hola pequeña- una sonriente Martha abre los brazos para recibir a su pequeña hija con todo el amor del mundo- lamento mucho interrumpir tu verano, pero la verdad es que te extrañaba mucho y necesitaba verte- le susurra al oído una vez que Vale se encontraba sobre el regazo de su madre aprovechándose de su diminuto tamaño.

-Yo también te extrañé mamá, tengo muchas cosas que contarte- menciona emocionada Valentina.

-Sí, sí, pero ahora quítate y déjame abrazar a mamá- Poché quien se había mantenido a la distancia, se encontraba ahora frente a la silla de ruedas donde su madre y hermana eran trasladadas por su padre- además estás haciendo que papá trabaje de mas, así que mueve tus pecas fuera de esa silla.

-María José, no seas mala con tu hermana- la reprende Juan Carlos- yo puedo incluso con las tres- sonríe el hombre- pero pequeña, tu hermana tiene razón, ella también tiene derecho a saludar a mamá como se debe- dicho esto la pequeña Garzón se bajó del regazo de su madre, no sin antes depositar un beso en la mejilla de la mujer que le dio la vida.

-Ven aquí Poché- menciona Martha con amor logrando que la peliazulada se refugiara en sus brazos y entre lágrimas depositara besos por todo el rostro de su madre, acción que esta imitó- también te eché de menos hija.

-Será mejor que vayamos a casa, ahí podremos platicar tranquilamente- menciona Poché levantándose de la silla para ayudar a su padre a llevar a su madre mientras que este junto a su suegra e hija menor caminaban hacia el auto.
De camino a casa pararon en Louies por la que sería su cena, a pesar de la rotunda negativa de la abuela María, quien, mientras esperaban en el auto a que Poché recogiera el pedido que habían hecho desde el teléfono de Juan Carlos, mencionaba todos los diferentes platillos que ella podría estar cocinando en ese momento. Martha solo sonreía y le decía que podría cocinar todo eso el sábado para que sus suegros y su hermana pudieran deleitarse con su deliciosa sazón. Algunos minutos más tarde Poché salía del establecimiento que estaba a un par de cuadras de su casa con dos cajas de pizza, una lasaña, ensalada verde y su dotación correspondiente de pan de ajo, los aromas que desprendían las cajas eran tales que hicieron salivar a todos los ahí presentes y callaron la boca de la abuela María quien solo acertó en decir "huele bastante bien" al tiempo en que Juan Carlos encendía el auto dando marcha a su hogar.

-Y entonces mi amiga Stef corrió y corrió por todo el muelle hasta llegar al final, lanzarse echa bolita y salpicar a todas las que estaban ya dentro del lago- contaba alegremente Valentina- y desde abajo me gritó que me aventara, que ella sería mi súper héroe si yo no podía nadar bien.

- ¿y qué hiciste princesa? -cuestiona Juan Carlos comiéndose el último bocado de su pizza- ¿fuiste valiente y te aventaste?

-Si papi, yo me lancé y aunque en un principio me dio miedo no poder subir a la superficie el saber que Stef estaba ahí me hizo sentir segura y así nadé lo más rápido que pude y salir a la superficie para ver a todas mis compañeras que gritaban y aplaudían porque después de una semana me pude lanzar.

-Me da mucho gusto que mi pequeña Valentina haya podido vencer sus miedos, creo que ya no podré decirte pequeña, ya eres toda una niña grande- menciona Martha.

-No mami, yo siempre seré tu pequeña, no lo dudes nunca- se baja de su silla y abraza a su madre- así sea tan vieja como Poché, yo siempre seré tu pequeña- comentario que saca una carcajada a todos los presentes.

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