《Pequeño Ladrón》M-Preg [L.S]

CAPÍTULO. 26

CAPÍTULO 26: El heredero de la Casa Nostra.

Cuando Damiano despertó ese día, lo primero que hizo fue estirar los músculos y después verificar la hora, faltaba poco para las cuatro de la tarde y lo último que recuerda es que, cuando se fue a dormir, era de noche. Pudo descansar, después de una plática prolongada con Louis, más una pequeña merienda y una merecida ducha, solo cayó rendido sobre su cama.

Haciéndole caso a su inquieto estómago que le exigía alimento, aún en pijama, caminó hasta la cocina y esperaba encontrar a su Nonna, para pedirle algún platillo. Unos gnocchis con salsa de tomate y queso de ricota, eso era lo único que tenía en mente.

—¡Bella nonna, la mia bella nonna! —exclamó Damiano, abrazando a la mujer. Ella estaba en la cocina, lavando unos mangos de gran tamaño.

—Il mio bellissimo ragazzo. —contestó ella, dejando una caricia en la mejilla de Damiano— Ti sei riposato? [¿Descansaste?]

—Penso di aver dormito per mille anni. [Creo que dormí por mil años] —Damiano se alejó hasta sentarse sobre uno de los taburetes— Nonna... Ho fame [Estoy hambriento] —agregó con puchero con su rostro, una táctica infalible con la mujer.

—Cosa desideri mangiare? [¿Qué se te antoja comer?

Damiano sonrió en grande. —Gnocchi con salsa di pomodoro...

—E ricotta. —complementó ella y el chico asintió— ¡Un classico della nonna!

—Non c'è nessuno che corrisponda al condimento della nonna. [No hay nadie que iguale la sazón de la nonna] —elogió, entonando cada palabra con su perfecto y marcado acento italiano.

—E una limonata rosa da accompagnare. [Y una limonada rosa para acompañar] —agregó ella y Damiano sonrió.

Media hora después, Damiano estaba terminando de comer en compañía de su Nonna, en medio de una amena platica que hace mucho no compartían.

—Grazie Nonna... —se puso de pie y llevó su plato hasta el fregadero.

La Nonna Bianca estaba parloteando y quejándose del precio que tuvo que pagar en el mercado, Damiano sonreía escuchándola, pero sin dejar de lavar la vajilla acumulada en el lavaplatos.

—Señor... —dijo Dante a sus espaldas, llamando la atención de ambos.

Al ver la expresión del hombre, la Nonna se retiró en seguida y Damiano borró la sonrisa que tenía en el rostro.

—Franco Caruso, se encuentra en el portón principal de la finca. —informó Dante

—Déjenlo pasar.

—Señor... —titubeó—, se encuentra escoltado por ocho camionetas. No creo que sea buena idea dejarlo ingresar a la finca. De todos modos, ya pedí refuerzos y nuestros hombres están en camino.

Damiano asintió y se tomó unos segundos para buscar la respuesta a esa actitud de Caruso, el hombre era un aliado, pero su llegada era bastante sospechosa.

—Hay otro problema —mencionó Dante—, el joven Styles tenía previsto su partida, pero debido a esto, tuvimos que retenerlo. Se encuentra en el salón junto a sus pertenencias y Lessy está con él.

—Está bien, solo avísale a los demás —dijo firme—, ya sabes que hacer.

Dante asintió. —Por supuesto, Patrick lo espera.

Era su protocolo de seguridad, las instrucciones fueron dadas años atrás y siempre actuarían de la misma forma. Dante cuidaría de la familia, tenía la orden de mantener a salvo a todos, aunque tuviera que dejar atrás a Damiano.