CAPÍTULO. 35

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CAPÍTULO 35: El precio del rencor.

Lessy estaba confundido, sus brazos tensos dejaban notar el miedo que sentía; aunque el hombre no fue torpe al cargarlo en brazos, de hecho, fue cuidadoso hasta dejarlo en aquella habitación.

Intentaba darse consuelo con las palabras que Damiano le susurró, era una promesa: "No tengas miedo. Iremos por ti"

Lo llevaron hasta un cuarto parecido a los otros, con una pequeña sala y a un costado de este, se encontraba un escritorio de gran tamaño, pero no estaba solo. Aún con desconfianza, recordaba a esas niñas, las mismas que no quisieron prestarle sus juguetes.

El hombre que lo escrutaba con la mirada, sí que era un desconocido.

—Papá, ese es el niño perdido. —dijo Eliana, buscando la atención de su padre que -internamente-, estaba a punto de tirar de sus cabellos, a causa de la ira y la desesperación.

Lessy se asustó por la voz chillona que se acercaba con curiosidad, así que buscó esconderse detrás del sofá más cercano, desconfiaba de todos.

Eliana regresó a la mesa junto a Emma, decidiendo ignorarlo para continuar garabateando en un cuaderno, a momentos quitándose la una a la otra, los colores.

Carmine tenía muchas preguntas en la cabeza como: Saber el motivo de la insistencia de Cecilia, en llevar a las niñas a la casa de su padre, simplemente no lo entendía porque según lo acordado, él no debía estar en esa casa, no hasta que todo hubiera terminado, así lo estableció Joseph y ahora todo cambió repentinamente.

Dejó de mirar al niño, solo se concentró en observar a sus hijas, tan ensimismadas en ese cuaderno y los colores, ignorando todo lo que ocurría.

No había forma de explicarles que eran rehenes de su propio abuelo y que su madre estaba al tanto de todo. En ese punto, sospechaba que todo podría ser idea de la mujer.

Horas antes, Cecilia sacó su verdadero rostro. No fue sorprendente, a decir verdad, pero en algún momento pensó que, en esa alma podrida, habría un ápice de humanidad. Solo instinto maternal, tal vez, pero ella solo se mantuvo fría e inmutable, observando como los hombres de su padre los increparon al instante de poner un pie en aquella mansión.

Sus intenciones fueron evidentes cuando los hombres que se supone, le guardarían respeto desde ese día, lo esculcaron de pies a cabeza, para después llevarlos a esa habitación, sin la posibilidad de salir y Cecilia los abandonó con una sonrisa complacida en su rostro, como si se quitara un peso de encima.

Toda sospecha que formulaba en su cabeza pronto llegaría a su fin porque Cecilia ingresó por esa puerta, con una bandeja en manos y siendo escoltada por Shawn, quien la ayudó en dejar todo sobre la mesa donde coloreaban sus hijas.

—¡Cecilia, te exijo que me digas que ocurre! —bramó, queriendo llamar su atención.

Detrás del respaldar del sofá, Lessy asomó la cabeza y encontró a Shawn con la vista, su instinto le demandó acercarse, pero la mirada cruda que recibió a cambio, lo hizo retroceder.

—Oye —llamó ella a Lessy, ignorando a Carmine —, acércate niño te traje un postre.

Quería ganarse su confianza, utilizando ese tono amigable y esa apetitosa porción de pastel de chocolate que le extendía.

—¿Y para nosotras mamá? —reclamó la mayor de las niñas, ya que, a ellas, al parecer les tocaba solo un vaso de leche y galletas, estaban celosas de esa muestra de atención hacia un niño que no significaba nada para ellas.

Fue demasiado tentador para Lessy, a pesar de comer algo antes, ya pasaron unas horas y comenzaba a sentir el hambre repiquetear en su estómago. Las cerezas se veían bastante dulces y él, amaba el dulce.

《Pequeño Ladrón》M-Preg [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora