CAPÍTULO. 36 Final

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Las luces se apagaron, en el pasillo se escuchaba una algarabía, pisadas fuertes de hombres corriendo y murmullando cosas.

—¿Papá, que ocurre? —dijo Eliana, buscando cercanía con su hermana.

Escucharon el primer disparo y las niñas corrieron para abrazarse al cuerpo de Carmine.

Lessy se sobresaltó en su lugar, sus ojos se cristalizaron gradualmente, tenía miedo y su papi Lou, no estaba con él.

—Tranquilas... — las consoló.

A sus oídos llegó un leve gimoteo que le hizo buscar en medio de la oscuridad. Sabía que se trataba del niño.

—No llores —le dijo desde su lugar—. Si quieres, acércate y si no, tápate lo oídos, hazme caso.

Asintió satisfecho cuando escuchó un bajo "Sí" de aceptación a lo último.

—Me duele el estómago —se quejó Emma, de un momento para otro—, papá, me duele mucho.

—¿Qué tienes? —preguntó, con su mano palpando la frente de su hija. Sudaba, y ella comenzó a toser— ¡Emma! —gritó en desespero, cuando la boca de la niña expidió una especie de espuma. Se desvaneció y él la llamó por su nombre una segunda vez.

La sacudió de los hombros en un intento de despertarla, su otra hija miraba con preocupación a su padre desesperado y a su hermana inconsciente.

Con la niña en brazos, Carmine se acercó a la puerta—: ¡Ayuda, necesito ayuda! ¡Mi hija!

Lo repitió incontables veces y no hubo respuesta, porque los hombres que los vigilaban acudieron al llamado de Joseph. Debían proteger la propiedad, al jefe de la N'drangheta.

Solo pudo limpiarle la boca y continuar gritando palabras de socorro.

Lessy, asomó la cabeza al escuchar el desespero del hombre y el llanto de la otra niña. Recordó momentáneamente a su amiga Sophia y quiso ayudar de alguna forma.

—Quédate ahí, tu hermana estará bien. —le habló a Eliana y ella obedeció, permaneciendo quieta en el lugar que le señaló.

—Te daría pastel, pero se lo comieron. —susurró inocentemente.

—¿Qué? —no logró entenderle del todo.

—Ya no hay pastel. —el niño repitió, casi lamentándose, porque pensó que dándole esa porción alegraría a la niña.

Eliana no le prestó atención. Sin embargo, Carmine si lo hizo. Se alejó un poco para buscar ese platillo y no lo encontró donde inicialmente su ex mujer, lo había dejado.

—Ella comió... —escuchó de la voz del niño.

Cerca de donde permanecía escondido Lessy, estaba ese pastel que dejó Cecilia -a medio comer-, y fue suficiente para entender lo que ocurría con Emma. La sangre le hirvió del enojo, de los muchos insultos que pronunciaba mentalmente en contra de esa mujer.

Se acercó a levantar ese platillo, lo olfateó solo para estar más seguro y pudo encontrar un aroma extraño, no tan fácil de percibir, no para un niño que solo se dejaría llevar por la dulce e inofensiva apariencia.

—¿Comiste? —le preguntó. Lessy negó, aunque tampoco mencionó que Emma aprovechó el descuido del hombre para tomar el pastel y comerlo sola, pidiéndole al niño que le guardara el secreto— ¿Y tú, Eliana?

—No, papá.

—No deben comer cosas extrañas. —les advirtió y arrojó el plato a un contenedor de basura, para finalmente, volver con Emma.

《Pequeño Ladrón》M-Preg [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora