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Ohm.

Cuando escucho que la puerta se cierra y estamos otra vez solos, no estoy seguro de si deba seguir con esta actitud.

Pero nos ayuda, quiero decir, la pasamos bien cuando podemos no estar a la defensiva.

—Por fin —dice acostándose en el sillón.

—¿Quieres ver algo más?

—¿Por qué? —pregunta confundido— ¿Tú no quieres hacer otra cosa?

—¿Yo?

—Pensé que estabas aquí por obligación, ¿no deberías hablarle a tu novia ahora que tenemos el resto del día libre?

—No, no lo creo, ¿quieres ver otra película o tú tienes algo más que hacer?

—Otra —suelta casi en un susurro y yo asiento.

Busco en la lista algo de terror, porque sé que le gustan.

Es que cuando no puede dormir suele verlas, y aunque me despierta, nunca le he dicho algo.

—No he visto esa —dice señalando la pantalla.

—Esa entonces.

Apenas empieza a reproducirse y volteo, Nanon me está mirando fijamente.

—¿Qué te está pasando hoy, Ohm?

—¿Qué?

—Esto es raro.

—Hablamos de relajarnos y ayer salió mal, pero hoy puede ser mejor, ¿te parece bien?

—Sí —dice bajando la mirada.

—¿Entramos a la piscina después? —le pregunto agarrando su rostro— si ya la limpiaron deberíamos darle algún uso.

Mueve la boca algo nervioso, y finalmente asiente, volteando a ver la pantalla.

—¿Y si vuelves a sentarte acá? —agrego señalando mis piernas.

—Ohm, realmente quieres molestarme, ¿verdad?

—No quiedo.

Me río al ver su cara transformándose.

—Eres un idiota, no vuelvas a hablarme así, y menos delante de la gente.

—Es divertido.

—No, no lo es.

—Lo es, porque te molesta —respondo orgulloso.

—Eres tonto —dice sentándose sobre mí.

En ocasiones así, cuando tengo la oportunidad de verlo tan cerca, me gusta analizar los detalles en su cara.

Nanon es guapo, lo puedo notar, aunque nunca me haya sentido atraído por los hombres, y creo que es una de las razones por las que decidí que fuera él.

Siempre pensé en que no podía mostrar públicamente a alguien que no estuviera a mi nivel.

Él lo está.

Cumple con hacerme sentir orgulloso de ser su novio, es talentoso, trabaja duro, tiene un encanto que nota cualquiera, y es hermoso.

Mis amigos suelen decirme que tengo suerte, creen que es genial que tanta gente quiera tener a Nanon, y me felicitan por ser el único que puede.

Adoro presumir eso, pero por dentro, sé que no es así.

Yo tampoco lo tengo y eso me hace sentir… inseguro.

—¿Por qué sigues mirándome, tonto? —pregunta girando.

Tengo bastantes buenas respuestas para hacerlo enojar, pero no tengo muchas intenciones de ignorar lo que quiero ahora.

Agarro su barbilla y lo acerco a mi boca para besarlo.

Sinceramente, no quiero detenerme a pensar por qué estoy haciendo esto, si no hay alguien cerca.

—Ohm —susurra alejándose un poco.

—Si no quieres no —digo mirando sus labios.

Creo que tiene una batalla interna por la manera en que me mira.

Me preocupo por lo incómodo que podría ser si empieza a preguntar, pero no lo hace, pone su mano en mi cuello, y me vuelve a acercar a él.

Jadeo al sentir su lengua buscando la mía, mientras se acomoda sobre mí.

Si no va a decir nada, tampoco yo.

Agarro su trasero para frotarlo contra mi erección.

Nanon me calienta bastante rápido y sonrío porque está duro también.

Me asusta hacer algo que lo detenga, porque quiero cogerlo, aunque aún suene raro para mí.

Él me mira cuando siente mis manos debajo de su ropa.

—¿En serio? —me pregunta haciendo una mueca de confusión.

—¿No parece en serio?

—Pensé que tú…

—Da igual —lo interrumpo tratando de regularizar mi respiración— si tú quieres y yo también, da igual.

No sé porque él parece estar asustado, quiero decir, sí, también es inesperado para mí, pero solo vamos a coger.

Eso no es importante.

Cámaras | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora